ESTEPA (SEVILLA)
En el año 1833, Javier de Burgos ministro de Fomento realiza la división administrativa del reino de España, e inscribe a Estepa, dentro de la provincia de Sevilla.
A lo largo del siglo XIX, durante la vigencia de los distintos gobiernos liberales se van a producir las “desamortizaciones” que es un proceso de expropiación o nacionalización de las propiedades de la Iglesia en concepto de venta de los llamadas “manos muertas”, nombre que recibieron las instituciones como la Iglesia y los Consejos que no podían vender sus tierras.
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
No obstante, la abolición de los Señoríos y el programa de las Desamortizaciones no hubo un reparto equitativo de la tierra puesto que siguió en manos de la nobleza o de nuevos terratenientes de condición burguesa que originó que una desproporcionada masa de campesinos sin tierra trabajasen como jornaleros en las grandes latifundios la comarca.
En 1851 tras el Concordato entre España y la Santa Sede desaparecieron las jurisdicciones exentas pero hasta el año 1874 es la fecha en que el territorio de la Vicaría se incorporaría a la archidiócesis de Sevilla transformándose en arciprestazgo...
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
En 1886 se concedió a Estepa el título de ciudad.
Según reza en el Real Decreto:
“la reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, la madre de Alfonso XIII dado el gran afecto por la Villa de Estepa, su aumento de la población, su progreso en la agricultura futuro y su constante adhesión a la Monarquía Constitucional tiene a bien la concesión del título de Ciudad por Real Decreto”.
Durante el siglo XX se modifica la tipología urbana de Estepa que se extendía de forma lineal este-oeste y se comenzó a construir edificaciones al norte de la Plaza del Carmen que hasta entonces constituía la zona central de la ciudad y ahora las nuevas manzanas se extienden en dirección de la carretera entre Sevilla y Málaga.
Durante el primer tercio del siglo XX hubo mucha conflictividad social por las desigualdades sociales que terminaría con el estallido de la Guerra Civil (1936-1939).
Ya en el siglo XX, se produce un cambio político, con la proclamación de la II República, he iniciada la Guerra Civil, Estepa es ocupada por el bando nacional.
Estepa cayó inmediatamente en manos de los sublevados y aunque la Guardia Civil se unió al movimiento militar después llegaría a Estepa “la Columna Castejón “que el 28 de julio que incorporaría a Estepa al bando nacional.
Después de la Guerra Civil la población se estabiliza extendiéndose la ciudad hacia la llanura.
El problema no resuelto de la propiedad de la tierra y por las condiciones miserables del desarrollo de la vida en esta ciudad obligaron sus gentes a la emigración interna a distintos lugares de España (Cataluña, Vascongadas, Madrid y Valencia) y a otros lugares de Europa (Alemania, Suiza, Francia y otros.
Durante el régimen autoritario de Franco se estabiliza la población en 9500 habitantes. En 1965 la ciudad fue declarada Conjunto Histórico-Artístico.
Terminada la guerra transcurre su historia dentro del régimen de Franco hasta que en el año 1977 se incorpora como villa, tras la Ley de la Reforma Política al nuevo sistema democrático actual.
Tras la implantación de la democracia ha habido disturbios sociales por las reivindicaciones de los jornaleros aunque en menor grado que antes de la Guerra Civil.
Todavía en 1990 ha habido en la Sierra Sur de Sevilla una huelga para reclamar mejoras salariales por los sindicatos agrarios que fue secundada por la masa agraria de la ciudad y que se extendió durante un largo tiempo.
En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto: “Desgraciadamente, la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas trajo sin por ello olvidar otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos que usaron la extrema dureza. Vamos a recordar dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes que la sufrieron en su persona, dos genios de la pluma Federico García Lorca y Ramiro de Maeztu, inútilmente sacrificados por el odio enfermo de los contendientes.
Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente la triste realidad que denunciaba Mariano José de Larra del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social participaba en actos colectivos como refleja el gran genio pictórico Francisco de Goya en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado de mente privilegiada D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernando; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía.
España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra, por su libertad…”
En el año 1833, Javier de Burgos ministro de Fomento realiza la división administrativa del reino de España, e inscribe a Estepa, dentro de la provincia de Sevilla.
A lo largo del siglo XIX, durante la vigencia de los distintos gobiernos liberales se van a producir las “desamortizaciones” que es un proceso de expropiación o nacionalización de las propiedades de la Iglesia en concepto de venta de los llamadas “manos muertas”, nombre que recibieron las instituciones como la Iglesia y los Consejos que no podían vender sus tierras.
Las Guerras Carlistas, iniciadas contra el gobierno liberal tenían a los insumisos del norte (vascos y navarros), catalanes y valencianos, todos juntos a una activa Institución, que será la Iglesia quien avivaba desde el púlpito la sedición y rebelión contra la monarquía liberal y ésta, inició el proceso de “desamortización de los bienes de la Iglesia” para poder sufragar con medios económicos la formación de un ejército, dotado de pertrechos y soldados para combatir a las partidas facciosas que querían imponer por la fuerza, el régimen absoluto.
No obstante, la abolición de los Señoríos y el programa de las Desamortizaciones no hubo un reparto equitativo de la tierra puesto que siguió en manos de la nobleza o de nuevos terratenientes de condición burguesa que originó que una desproporcionada masa de campesinos sin tierra trabajasen como jornaleros en las grandes latifundios la comarca.
En 1851 tras el Concordato entre España y la Santa Sede desaparecieron las jurisdicciones exentas pero hasta el año 1874 es la fecha en que el territorio de la Vicaría se incorporaría a la archidiócesis de Sevilla transformándose en arciprestazgo...
Posteriormente se suceden otros pasajes históricos como la Revolución y Constitución del 1869, el gobierno provisional del general Serrano, el reinado de Amadeo I de Saboya, la I República en 1873, período que termina con el golpe del Estado del general Pavía quien entra con las tropas en el Congreso en 1874, seguido por el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en el año 1874, imponiendo por la fuerza de las armas la Restauración de la monarquía borbónica, en la persona de Alfonso XII.
En 1886 se concedió a Estepa el título de ciudad.
Según reza en el Real Decreto:
“la reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, la madre de Alfonso XIII dado el gran afecto por la Villa de Estepa, su aumento de la población, su progreso en la agricultura futuro y su constante adhesión a la Monarquía Constitucional tiene a bien la concesión del título de Ciudad por Real Decreto”.
Durante el siglo XX se modifica la tipología urbana de Estepa que se extendía de forma lineal este-oeste y se comenzó a construir edificaciones al norte de la Plaza del Carmen que hasta entonces constituía la zona central de la ciudad y ahora las nuevas manzanas se extienden en dirección de la carretera entre Sevilla y Málaga.
Durante el primer tercio del siglo XX hubo mucha conflictividad social por las desigualdades sociales que terminaría con el estallido de la Guerra Civil (1936-1939).
Ya en el siglo XX, se produce un cambio político, con la proclamación de la II República, he iniciada la Guerra Civil, Estepa es ocupada por el bando nacional.
Estepa cayó inmediatamente en manos de los sublevados y aunque la Guardia Civil se unió al movimiento militar después llegaría a Estepa “la Columna Castejón “que el 28 de julio que incorporaría a Estepa al bando nacional.
Después de la Guerra Civil la población se estabiliza extendiéndose la ciudad hacia la llanura.
El problema no resuelto de la propiedad de la tierra y por las condiciones miserables del desarrollo de la vida en esta ciudad obligaron sus gentes a la emigración interna a distintos lugares de España (Cataluña, Vascongadas, Madrid y Valencia) y a otros lugares de Europa (Alemania, Suiza, Francia y otros.
Durante el régimen autoritario de Franco se estabiliza la población en 9500 habitantes. En 1965 la ciudad fue declarada Conjunto Histórico-Artístico.
Terminada la guerra transcurre su historia dentro del régimen de Franco hasta que en el año 1977 se incorpora como villa, tras la Ley de la Reforma Política al nuevo sistema democrático actual.
Tras la implantación de la democracia ha habido disturbios sociales por las reivindicaciones de los jornaleros aunque en menor grado que antes de la Guerra Civil.
Todavía en 1990 ha habido en la Sierra Sur de Sevilla una huelga para reclamar mejoras salariales por los sindicatos agrarios que fue secundada por la masa agraria de la ciudad y que se extendió durante un largo tiempo.
En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto: “Desgraciadamente, la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas trajo sin por ello olvidar otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos que usaron la extrema dureza. Vamos a recordar dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes que la sufrieron en su persona, dos genios de la pluma Federico García Lorca y Ramiro de Maeztu, inútilmente sacrificados por el odio enfermo de los contendientes.
Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente la triste realidad que denunciaba Mariano José de Larra del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social participaba en actos colectivos como refleja el gran genio pictórico Francisco de Goya en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado de mente privilegiada D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernando; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía.
España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra, por su libertad…”