El origen de este templo se remonta probablemente al primer tercio del siglo XVI en cuya ubicación existió una vieja
ermita dedicada a
San Sebastián. En 1642 dos monjes de la Orden Franciscana se hicieron cargo de la ermita y posteriormente se inició la construcción del
convento que terminó entre 1651 y 1652. En cuanto a la
iglesia, su construcción comenzó en la primera década del siglo XVIII hasta el año 1750.
Finalmente, con la desamortización ordenada por Mendizábal y la exclaustración de los frailes en el siglo XIX, finaliza su etapa religiosa como convento. En la actualidad se trata de un
edificio de gran valor
artístico muy ligado a la
historia de la localidad y en cuyo interior alberga
esculturas religiosas y lienzos de los siglos XVII y XVIII.