Hola a todos:
He subido esta foto del Parque Félix Rodríguez de la Fuente. Ahora es una zona ajardinada pero yo lo recuerdo de pequeño como una explanada de tierra que servía de patio de recreo a las escuelas viejas, que son los edificios de zócalo azulado que se ven al fondo. Además desde primeros de los sesenta hasta primeros de los ochenta, durante unos cuantos días de agosto se convertía en recinto ferial y se llenaba de luces y banderitas de colores.
Se podría decir que sólo existían dos elementos que se pudieran distinguir en la que entonces me parecía, enorme explanada; uno era la hilera de grandes álamos que acotaban una especie de calle que bajaba desde la carretera hasta unas naves que por entonces recuerdo estaban llenas de gallinas. El otro elemento era un agujero enorme, circular perfectamente construído, situado a la altura de donde aparece la segunda farola de la fotografía y que servía para instalar por la feria una fuente adornada con chorros de colores. Aparte de ésta el agujero no tenía más utilidad y el resto del año estaba llena de cascajos, basura y agua putrefacta que se cuajaba de larvas de mosquitos. Lo recuerdo perfectamente porque quedaba aproximadamente en el medio del campo de fútbol que improvisábamos con porterías hechas de piedra y el balón se nos colaba constantemente en el dichoso agujero. Incluso a veces intentado que el balón no cayera en el agujero, apurábamos tanto el esfuerzo que pelota y niño acabábamos en el fondo.
He subido esta foto del Parque Félix Rodríguez de la Fuente. Ahora es una zona ajardinada pero yo lo recuerdo de pequeño como una explanada de tierra que servía de patio de recreo a las escuelas viejas, que son los edificios de zócalo azulado que se ven al fondo. Además desde primeros de los sesenta hasta primeros de los ochenta, durante unos cuantos días de agosto se convertía en recinto ferial y se llenaba de luces y banderitas de colores.
Se podría decir que sólo existían dos elementos que se pudieran distinguir en la que entonces me parecía, enorme explanada; uno era la hilera de grandes álamos que acotaban una especie de calle que bajaba desde la carretera hasta unas naves que por entonces recuerdo estaban llenas de gallinas. El otro elemento era un agujero enorme, circular perfectamente construído, situado a la altura de donde aparece la segunda farola de la fotografía y que servía para instalar por la feria una fuente adornada con chorros de colores. Aparte de ésta el agujero no tenía más utilidad y el resto del año estaba llena de cascajos, basura y agua putrefacta que se cuajaba de larvas de mosquitos. Lo recuerdo perfectamente porque quedaba aproximadamente en el medio del campo de fútbol que improvisábamos con porterías hechas de piedra y el balón se nos colaba constantemente en el dichoso agujero. Incluso a veces intentado que el balón no cayera en el agujero, apurábamos tanto el esfuerzo que pelota y niño acabábamos en el fondo.