Ya lo creo que recuerdo los pinchazos de Juana. A la buena mujer por su oficio le tocó ser el coco de todos los niños. De pequeño tuve una enfermedad que me obligaba a ponerme muchas inyecciones pero por muchas veces que fuese a
casa de Juana el miedo era el mismo que el primer día. Por entonces tenía la consulta en una casa grande en la
esquina de la
carretera con la
calle Maestro Beltrán. Recuerdo el cosquilleo en el estómago al entrar y como se iba tranformando casi en pánico cuando sacaba esa
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