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PALMAR DE TROYA: HASTA QUE PUNTO LAS IGLESIAS LATINAS TIENEN IDENTIDAD...

HASTA QUE PUNTO LAS IGLESIAS LATINAS TIENEN IDENTIDAD PROPIA?

La proliferacion de nuevos grupos no Romanos, que han sido expulsados de la Iglesia Catolica Romana, que para buscar la forma de engañar a la gente, les da pena identificarsen como Anglicvanos, Adventistas, Mormones etc, y para ello utilizan nombres de Personajes o santos de la Iglesia Romana y asi engañar a los desprevenidos.


A ese fenomeno se le llama: GRUPOS SIN IDENTIDAD RELIGIOSA.

La construcción de la identidad es quizá uno de los temas que presentan una mayor complejidad e indeterminación.

Quiénes somos, a quiénes aceptamos como idénticos y su contrapartida, la alterización del tenido por diferente, plantean preguntas que entretejen un laberinto en el que la religión ha cumplido a lo largo de la historia un papel muy notable: recordemos los valores identificatorios (y alterizadores del diferente) que caracterizan las religiones gentilicias, cívicas o nacionales de las que la religión de las ciudades griegas antiguas o el judaismo ofrecen notables ejemplos.


Plantear una reflexión sintética (personal) sobre identidad y religión es, además, soslayar con dificultad la trampa-hipótesis del "homo religiosus". La arqueología de la identidad, tan bien sugerida por Almudena Hernando, ofrece oscuros territorios cuando los abismos temporales de la hominización necesitan discriminar ser humano de animal, humano religioso de bestia sin razón ni Dios.
Se trataba de poner, por tanto, necesidad de fecha de nacimiento a una especie que por religiosa sería nuestra idéntica en un modelo de pensar que más se aviene a creacionismos que a los abismos temporales y los nebulosos territorios de la paleontología. Querer atisbar la identidad por medio de la religión (hacer del ser humano identitariamente religioso), un recurso tan querido por ciertas escuelas que así lanzaban hacia la prehistoria (o hacia el que denominaban primitivo, como creyendo que era menos por rémora no evolucionada del pasado) una mirada menos cargada de alteridades, parece un camino distorsionado. Pero no lo es tanto la necesidad de ser capaces de mirar al origen, como se atrevió a hacer el ya enfermo de muerte Roy Rappaport.

Se trata de desentrañar cogniciones que, quizá, no estemos en condiciones de calibrar, puesto que complejizan el universo de la identidad, por ejemplo por medio de ritos como los de paso que, al marcar hitos en el proceso de individuación, en la percepción social del lugar que cada cual ocupa en el seno del grupo, caracterizan estas agrupaciones humanas en tanto que sociedades con percepción segmentada, en las que la identidad se gradúa formando diversos segmentos (iniciados-no iniciados; varones-mujeres; vivos-muertos, etc.). Identidad y rito convierten a estos tenidos por "primitivos" antepasados en muy capaces navegantes por las sendas de la complejidad identitaria, más hábiles quizá que muchos de nosotros para aceptar el cambio: la plenitud, pero también la ancianidad, la vida, pero también el tener que morir.


En cambio a nosotros nos marca nuestra historia, hijos como somos de un pensar el mundo y las religiones desde los modelos que crearon las sociedades centradas en la agricultura y su correlato de poderosos líderes e identidades descomunales, como las de los soberanos divinizados de las civilizaciones originales y la caterva de sus súbditos desidentificados, reducidos a casi nada, imposibles de pensar éstos como idénticos aquellos otros, habida cuenta del peso de los mecanismos simbólico-religiosos de sublimación del poder tiránico que aún, enmascarados, parece que todavía nos acechan tras las poderosas identidades de Dioses celosos y exigentes de vidas y haciendas.

Pero sobre todo no podemos soslayar nuestra herencia de modernos que, transformada por las dudas que ha desvelado la posmodernidad, forma nuestros variables modos de pensarnos (identificarnos) y pensar en lo que creemos.

"Un Pueblo sin Identidad es un Pueblo que no existe".