La homofobia del Vaticano
Irene savio
ROMA, 2 de enero (apro).- “No nieguen nuestra existencia. Somos sacerdotes homosexuales pero no estamos obsesionados por el sexo. No queremos ser considerados prelados clandestinos porque no tenemos nada que esconder. ¿Y ustedes? Los problemas de la Iglesia no pasan por las tendencias sexuales, sino por otros temas como el apego al poder y la lejanía de los problemas de la gente.”
A partir de una carta pública dirigida a los más altos jerarcas católicos y a todos los fieles, un grupo de sacerdotes gays respondieron a la “Instrucción” de la Congregación para la Educación Católica difundida a principios de diciembre pasado, la cual impide la ordenación de personas con tendencias homosexuales.
Dicho documento --aprobado por el Papa Benedicto XVI el pasado 31 de agosto-- se titula Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas.
En algunas de sus partes fundamentales, este documento sostiene: Las circunstancias actuales han hecho más urgente, a saber, la admisión o la no admisión, al seminario o a las órdenes sagradas de candidatos con “tendencias homosexuales profundamente arraigadas”.
Además, “de ningún modo pueden ignorarse las consecuencias negativas que pueden derivar de la ordenación de personas con tendencias homosexuales".
Armados únicamente de sus ideas y palabras, algunos sacerdotes homosexuales se reunieron y elaboraron la citada carta-respuesta. En principio debía ser secreta y dirigirse a, entre otros, al cardenal Zenon Grocholewsky, prefecto de la Congregación para la Educación Católica. Sin embargo, decicieron hacerla pública en presencia de unos periodistas de la revista religiosa Adista.
“Somos sacerdotes católicos con tendencia homosexual, diocesanos y religiosos, y el hecho de ser así no nos ha impedido ser buenos sacerdotes (…) Nuestra homosexualidad no nos pone en una situación tal de obstaculizar gravemente una correcta relación con hombres y mujeres”, cita la misiva publicada el pasado 15 de dicembre.
Continúa la carta abierta: “...en el documento (de la Congregación para la Educación Católica) parece que el problema mayor para poder ser buenos sacerdotes es la tendencia sexual”, sin considerar que otros temas “crean escándalos entre los fieles. Nos referimos al lujo, al apego al dinero, a las hegemonías de poder, a la lejanía de los problemas de la gente”.
La carta –firmada por 39 sacerdotes, 26 diocesanos y 13 religiosos— señala, además, que “se tiene la sensación de que este documento nace como reacción a los casos de pedofilia manifestados recientemente, sobre todo en las Iglesias estadunidense y brasileña. Pero la tendencia homosexual no es absolutamente pseudónimo de pedofilia”.
Argumenta: la “homosexualidad no es sinónimo de incontinencia, ni siquiera de instintos irrefrenables: no estamos enfermos de sexo y la tendencia homosexual no afectó nuestra salud psíquica ni nuestras dotes morales y humanas (...)”
“Ahora, después de la publicación del dicho documento, probamos una molestia mayor, como si nuestra vocación no fuera auténtica. Nos sentimos abandonados y no amados por esta Iglesia a la que prometimos y dimos fidelidad y amor. Nos sentimos ‘hermanos menores’ en un presbiterio en el que nos parece haber entrado casi clandestinamente”, concluye la misiva “rebelde”.
Hasta el momento, la carta no ha tenido respuesta oficial alguna por parte del Vaticano. Y algunos de los firmantes creen que no tendrá mayor efecto que el de la denuncia pública.
“Seguramente el documento no será modificado. Fue firmado por Benedicto XVI y no existen posibilidades de que lo retiren. Pero esperamos que, también gracias a que nosotros respondimos, sea posible profundizar sobre el tema”, comentó uno de los firmatarios que pidió el anonimato por miedo a presiones de la Jerarquía Católica.
“Quisiéramos más bien que se tome en consideración un aspecto que nos hirió y nos ofendió: no se puede equiparar homosexualidad con pedofilia. Son cosas muy distintas y nosotros no queremos pagar las culpas de otros”, continuó el prelado.
La cruzada
La “Instrucción” no ha sido ni la primera ni la única disposición del Vaticano contra la homosexualidad. En septiembre pasado, se opuso con dureza al proyecto que anunció Romano Prodi, expresidente de la Unión Europea y dirigente italiano de la democracia cristiana, para aprobar una ley que reconozca a las parejas homosexuales.
Apoyado por la mayoría de la coalicíon de centro-izquierda, Prodi propuso apoyar los “Pactos Civiles de Solidaridad (PACS)” que reconocen deberes y derechos tanto de las parejas heterosexuales como de las homosexuales, tales como pensión y herencia en caso de muerte de un miebro de la pareja.
El pasado 19 de diciembre, el pontífice Benedicto XVI recordó que "la institución conyugal y familiar, no puede ser comparada con ninguna otra forma de organización relacional”. Y es que, durante 20 años la iglesia del difunto Papa Juan Pablo II y ahora la de Jospeh Ratzinger ha condenado a la homosexualidad. La considera un “pecado grave” y trata de impedir proyectos de leyes en favor de los homosexuales.
Algunos ejemplos son elocuentes:
En carta titulada Homosexualis, fechada el 1 de junio 1986, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, afirmó: “la tendencia (homosexual) tiene que ser considerada como desordenada”.
En el año 2000 el Vaticano presionó al gobierno italiano para impedir una manifestación de homosexuales agrupados en Gay Pride. Durante el Angelus celebrado el 9 de junio de ese año, Juan Pablo II expresó su “amargura por el gran desafío hecho al Gran Jubileo por la ofensa a los valores cristianos de una cuidad que está en el corazón de tantos católicos de todo el mundo”.
Un año después, Joseph Ratzinger –entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe-- obligó al teólogo español Marcelo Vidal a retractarse de su tesis sobre métodos anticonceptivos, aborto y homosexualidad. Argumentó que sus ideas eran lejanas a la visión del Vaticano.
El 8 de diciembre 2002, el cardenal Alfonso Lopez Trujillo presentó un volumen llamado Lexicon, temas ambiguos y discutibles sobre la familia, vida y cuestiones éticas, en el cuál –en tono crudo y corservador-- atacó al homosexualismo, la contracepción y los divorcios.
En 2003, a partir del documento Consideraciones acerca de proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, Ratzinger exhortó a los parlamentarios católicos del mundo a impedir cualquier proyecto de ley que pueda equiparar al matrimonio hetrerosexual con la unión de personas de mismo sexo.
En 2004, al menos 23 sacerdotes de Chigago firmaron un misiva de protesta dirigida al entonces cardenal Ratzinger y al presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, monseñor Gregory. En ella señalaron que el lenguaje que usan la Iglesia y algunos obispos para hablar de los homosexuales es “violento y degradante (…) peor del que se utiliza para hablar de la Mafia”. Dijeron que no se puede definir a los homosexuales con “términos como ‘ grave depravación’ o ‘objetivamente desordenados’”.
Finalmente, a finales de noviembre 2005, el Vaticano publicó la citada Instrucción para la ordenación de sacerdotes.
Franco Grillini, presidente honorario de la organización Archigay y diputado italiano de los Demócratas de Izquierda (DS), dice que el Vaticano quiso publicitar el documento de la Instrucción para obtener una propaganda impactante. Señala que en Estados Unidos y Brasil buscaron cómo resolver el asunto sin perder la cara, pero que en Italia las cosas se callaron. Afirma que es fácil marginar, discriminar y acusar de un “crimen horrible” a uno de los grupos humanos más débiles: los homosexuales.
En entrevista con Apro, Grillini califica a dicha “Instrucción” como obra de una nueva “inquisición”.
Señala que en dicho documento “existe una velada conexión entre los escándalos sexuales en Estados Unidos y el intento de la Iglesia de buscar una salida para anular sus responsabilidades y no reconocer que el celibato es innatural (…) los homosexuales son el grupo humano menos implicado en casos de violencias sexuales”.
--Varios sacerdotes que firmaron la carta de respuesta a la Instrucción declararon que muchos de ellos descubrieron su homosexualidad sólo después de la ordenación.
-- No estoy de acuerdo. En cuanto psicólogo puedo decir que el 90% de los homosexuales toman conciencia de su homosexualidad durante la adolescencia (…) Lo que pasa es que los sacerdotes, como los militares, viven una vida de prisioneros y por eso su sexualidad es anulada (…) lo que puede ocasionar episodios que se podrían evitar.
Grillini afirma que dicha instrucción es racista y segrega: “Nosotros (los homosexuales) estamos siendo tratados como los júdios en los años 30. He comprobado inclusive que hay analogías en el lenguaje empleado por el Vaticano en contra de los homosexuales y aquel que se usaba contra los judíos (...)
Continua: “Como pasó con las mujeres y los judíos, la Iglesia va a tener que reconocer sus errores y tendrá que pedir perdón por el sufrimiento injusto que está causando a los homosexuales.”
--¿Piensa organizar manifestaciones para contrastar la decisión del Vaticano?
-- Si. El próximo 13 de enero se llevará a cabo una manifestación que titulamos “Jornada Mundial para el diálogo entre la religión y la homosexualidad”. Desfilaremos frente a la basílica de San Pedro donde Alfredo Ormando se mató quemándose vivo en protesta a la “homofobia del Vaticano”.
Irene savio
ROMA, 2 de enero (apro).- “No nieguen nuestra existencia. Somos sacerdotes homosexuales pero no estamos obsesionados por el sexo. No queremos ser considerados prelados clandestinos porque no tenemos nada que esconder. ¿Y ustedes? Los problemas de la Iglesia no pasan por las tendencias sexuales, sino por otros temas como el apego al poder y la lejanía de los problemas de la gente.”
A partir de una carta pública dirigida a los más altos jerarcas católicos y a todos los fieles, un grupo de sacerdotes gays respondieron a la “Instrucción” de la Congregación para la Educación Católica difundida a principios de diciembre pasado, la cual impide la ordenación de personas con tendencias homosexuales.
Dicho documento --aprobado por el Papa Benedicto XVI el pasado 31 de agosto-- se titula Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas.
En algunas de sus partes fundamentales, este documento sostiene: Las circunstancias actuales han hecho más urgente, a saber, la admisión o la no admisión, al seminario o a las órdenes sagradas de candidatos con “tendencias homosexuales profundamente arraigadas”.
Además, “de ningún modo pueden ignorarse las consecuencias negativas que pueden derivar de la ordenación de personas con tendencias homosexuales".
Armados únicamente de sus ideas y palabras, algunos sacerdotes homosexuales se reunieron y elaboraron la citada carta-respuesta. En principio debía ser secreta y dirigirse a, entre otros, al cardenal Zenon Grocholewsky, prefecto de la Congregación para la Educación Católica. Sin embargo, decicieron hacerla pública en presencia de unos periodistas de la revista religiosa Adista.
“Somos sacerdotes católicos con tendencia homosexual, diocesanos y religiosos, y el hecho de ser así no nos ha impedido ser buenos sacerdotes (…) Nuestra homosexualidad no nos pone en una situación tal de obstaculizar gravemente una correcta relación con hombres y mujeres”, cita la misiva publicada el pasado 15 de dicembre.
Continúa la carta abierta: “...en el documento (de la Congregación para la Educación Católica) parece que el problema mayor para poder ser buenos sacerdotes es la tendencia sexual”, sin considerar que otros temas “crean escándalos entre los fieles. Nos referimos al lujo, al apego al dinero, a las hegemonías de poder, a la lejanía de los problemas de la gente”.
La carta –firmada por 39 sacerdotes, 26 diocesanos y 13 religiosos— señala, además, que “se tiene la sensación de que este documento nace como reacción a los casos de pedofilia manifestados recientemente, sobre todo en las Iglesias estadunidense y brasileña. Pero la tendencia homosexual no es absolutamente pseudónimo de pedofilia”.
Argumenta: la “homosexualidad no es sinónimo de incontinencia, ni siquiera de instintos irrefrenables: no estamos enfermos de sexo y la tendencia homosexual no afectó nuestra salud psíquica ni nuestras dotes morales y humanas (...)”
“Ahora, después de la publicación del dicho documento, probamos una molestia mayor, como si nuestra vocación no fuera auténtica. Nos sentimos abandonados y no amados por esta Iglesia a la que prometimos y dimos fidelidad y amor. Nos sentimos ‘hermanos menores’ en un presbiterio en el que nos parece haber entrado casi clandestinamente”, concluye la misiva “rebelde”.
Hasta el momento, la carta no ha tenido respuesta oficial alguna por parte del Vaticano. Y algunos de los firmantes creen que no tendrá mayor efecto que el de la denuncia pública.
“Seguramente el documento no será modificado. Fue firmado por Benedicto XVI y no existen posibilidades de que lo retiren. Pero esperamos que, también gracias a que nosotros respondimos, sea posible profundizar sobre el tema”, comentó uno de los firmatarios que pidió el anonimato por miedo a presiones de la Jerarquía Católica.
“Quisiéramos más bien que se tome en consideración un aspecto que nos hirió y nos ofendió: no se puede equiparar homosexualidad con pedofilia. Son cosas muy distintas y nosotros no queremos pagar las culpas de otros”, continuó el prelado.
La cruzada
La “Instrucción” no ha sido ni la primera ni la única disposición del Vaticano contra la homosexualidad. En septiembre pasado, se opuso con dureza al proyecto que anunció Romano Prodi, expresidente de la Unión Europea y dirigente italiano de la democracia cristiana, para aprobar una ley que reconozca a las parejas homosexuales.
Apoyado por la mayoría de la coalicíon de centro-izquierda, Prodi propuso apoyar los “Pactos Civiles de Solidaridad (PACS)” que reconocen deberes y derechos tanto de las parejas heterosexuales como de las homosexuales, tales como pensión y herencia en caso de muerte de un miebro de la pareja.
El pasado 19 de diciembre, el pontífice Benedicto XVI recordó que "la institución conyugal y familiar, no puede ser comparada con ninguna otra forma de organización relacional”. Y es que, durante 20 años la iglesia del difunto Papa Juan Pablo II y ahora la de Jospeh Ratzinger ha condenado a la homosexualidad. La considera un “pecado grave” y trata de impedir proyectos de leyes en favor de los homosexuales.
Algunos ejemplos son elocuentes:
En carta titulada Homosexualis, fechada el 1 de junio 1986, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, afirmó: “la tendencia (homosexual) tiene que ser considerada como desordenada”.
En el año 2000 el Vaticano presionó al gobierno italiano para impedir una manifestación de homosexuales agrupados en Gay Pride. Durante el Angelus celebrado el 9 de junio de ese año, Juan Pablo II expresó su “amargura por el gran desafío hecho al Gran Jubileo por la ofensa a los valores cristianos de una cuidad que está en el corazón de tantos católicos de todo el mundo”.
Un año después, Joseph Ratzinger –entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe-- obligó al teólogo español Marcelo Vidal a retractarse de su tesis sobre métodos anticonceptivos, aborto y homosexualidad. Argumentó que sus ideas eran lejanas a la visión del Vaticano.
El 8 de diciembre 2002, el cardenal Alfonso Lopez Trujillo presentó un volumen llamado Lexicon, temas ambiguos y discutibles sobre la familia, vida y cuestiones éticas, en el cuál –en tono crudo y corservador-- atacó al homosexualismo, la contracepción y los divorcios.
En 2003, a partir del documento Consideraciones acerca de proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, Ratzinger exhortó a los parlamentarios católicos del mundo a impedir cualquier proyecto de ley que pueda equiparar al matrimonio hetrerosexual con la unión de personas de mismo sexo.
En 2004, al menos 23 sacerdotes de Chigago firmaron un misiva de protesta dirigida al entonces cardenal Ratzinger y al presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, monseñor Gregory. En ella señalaron que el lenguaje que usan la Iglesia y algunos obispos para hablar de los homosexuales es “violento y degradante (…) peor del que se utiliza para hablar de la Mafia”. Dijeron que no se puede definir a los homosexuales con “términos como ‘ grave depravación’ o ‘objetivamente desordenados’”.
Finalmente, a finales de noviembre 2005, el Vaticano publicó la citada Instrucción para la ordenación de sacerdotes.
Franco Grillini, presidente honorario de la organización Archigay y diputado italiano de los Demócratas de Izquierda (DS), dice que el Vaticano quiso publicitar el documento de la Instrucción para obtener una propaganda impactante. Señala que en Estados Unidos y Brasil buscaron cómo resolver el asunto sin perder la cara, pero que en Italia las cosas se callaron. Afirma que es fácil marginar, discriminar y acusar de un “crimen horrible” a uno de los grupos humanos más débiles: los homosexuales.
En entrevista con Apro, Grillini califica a dicha “Instrucción” como obra de una nueva “inquisición”.
Señala que en dicho documento “existe una velada conexión entre los escándalos sexuales en Estados Unidos y el intento de la Iglesia de buscar una salida para anular sus responsabilidades y no reconocer que el celibato es innatural (…) los homosexuales son el grupo humano menos implicado en casos de violencias sexuales”.
--Varios sacerdotes que firmaron la carta de respuesta a la Instrucción declararon que muchos de ellos descubrieron su homosexualidad sólo después de la ordenación.
-- No estoy de acuerdo. En cuanto psicólogo puedo decir que el 90% de los homosexuales toman conciencia de su homosexualidad durante la adolescencia (…) Lo que pasa es que los sacerdotes, como los militares, viven una vida de prisioneros y por eso su sexualidad es anulada (…) lo que puede ocasionar episodios que se podrían evitar.
Grillini afirma que dicha instrucción es racista y segrega: “Nosotros (los homosexuales) estamos siendo tratados como los júdios en los años 30. He comprobado inclusive que hay analogías en el lenguaje empleado por el Vaticano en contra de los homosexuales y aquel que se usaba contra los judíos (...)
Continua: “Como pasó con las mujeres y los judíos, la Iglesia va a tener que reconocer sus errores y tendrá que pedir perdón por el sufrimiento injusto que está causando a los homosexuales.”
--¿Piensa organizar manifestaciones para contrastar la decisión del Vaticano?
-- Si. El próximo 13 de enero se llevará a cabo una manifestación que titulamos “Jornada Mundial para el diálogo entre la religión y la homosexualidad”. Desfilaremos frente a la basílica de San Pedro donde Alfredo Ormando se mató quemándose vivo en protesta a la “homofobia del Vaticano”.