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TOCINA

Habitantes: 9.660  Altitud: 27 m.  Gentilicio: Tocinenses 
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Situación:

TIPO ENTIDAD: Villa

SITUACIÓN: Su ubicación coincide con el límite norte de la campiña, que bordea el río Guadalquivir, formando su fértil vega.

SUPERFICIE TÉRMINO: 14.05 Km².

ALTITUD SOBRE NIVEL DEL MAR: 27.00 m.

RÍO: Guadalquivir.

DISTANCIA A LA CAPITAL: 37.00 Km.

DISTANCIA CABECERA COMARCA: 37.00 Km.

PARTIDO JUDICIAL: Lora del Río.

COMARCA: Vega.

Nº DE HABITANTES: 8.629

ENTIDADES DE POBLACIÓN:

Rosales, Los (Barriada)

Tocina (Villa)

Ayuntamiento:

Plaza de España, 1

41340 - TOCINA

Tlf.: 95 - 474.03.42/24

Fax: 95 - 474.06.08

email: tocina@dipusevilla.es

Monumentos:

Del siglo XVIII es la configuración definitiva del aspecto actual de Tocina.

A principios de este siglo se percibe una evidente expansión, que venía fraguándose desde los últimos decenios del siglo precedente.

Son muestras de una coyuntura favorable la construcción, entre 1703 y 1711, del templo parroquial, a expensas del entonces comendador, fray José de la Plata y Ovando; la iglesia de San Vicente Mártir, sobre el solar de una iglesia anterior, de la misma advocación y de un hospital para la atención de pobre y transeúntes, también sobre los restos de otro anterior ya en malas condiciones; la ampliación de las dependencias de la casa de la encomienda, cercana al actual edificio de la ermita de la Soledad, entonces en las afueras del núcleo urbano; y, dentro de aquellos edificios, la adquisición de numerosas piezas escultóricas y retablísticas, entre las que destacan, un espléndido retablo para el altar mayor de la iglesia de San Vicente Mártir y, aunque de mediados del XVII, un Cristo Resucitado y un grupo escultórico con Santa Ana y la Virgen niña, atribuidos a Juan de Mesa.

De interés artístico son los edificios de la Iglesia Parroquial de San Vicente Mártir y la ermita de Nuestra Sra. De la Soledad.

El primero, constituye en el especto exterior de su fábrica, al menos, un caso único en la comarca, quizás por la vinculación de esta localidad a una Orden Militar y Hospitalaria: la de San Juan de Jerusalén o de Malta. Edificio de gran proporción para el entorno en que se construye este portentoso edificio con la orientación Norte Sur, y disponiendo las calles del municipio en función de la espaciosa plaza que determina.

El edificio consta de tres naves separadas por pilares que sostienen arcos de medio punto. Su cubierta es de cañón en la nave central y de aristas en las laterales. Tiene tres portadas, dos laterales sencillas y una a los pies, centrada en la fachada que está rematada por dos torres gemelas, adornadas con azulejos polícromos, lisos y de cuenca. En el interior, el retablo del altar mayor- actualmente en restauración-, es precursor por la temprana utilización de los estípites como elementos decorativos (se terminó de colocar hacia 1719); con dos cuerpos y tres calles, albergan las imágenes de los santos patronos de Tocina: San Océano, San Juliano, San Amiano y San Teodoro, en las calles laterales y en l central, en la parte superior, una escultura de San Juan Bautista, debajo, San Vicente y en sobre el sagrario, una Virgen de la Aurora, de magnifica ejecución. Hay también tres retablos de similar traza para las capillas del Sagrario, de Santa Ana y de San José, de principios del XVII, y tres retablos más, dos en la nave del evangelio, uno con un gran lienzo de la Divina Pastora, construido en 1741, gracias a los recursos obtenidos en la peregrinación que en dicha fecha realizaron los capuchinos del siglo XVIII; el tercero, en la nave del sagrario, dedicado al Cristo de las Ánimas, también de mediados del siglo XVIII, con un lienzo de gran proporción en el que representa la crucifixión de Jesús, sobre el que se ha colocado un crucificado de magnífica talla, quizás de mediados del siglo XVII, que da título al retablo.

El otro edificio es el de la ermita de Nuestra Sra. De la Soledad, construido en el siglo XVII por los devotos de la hermandad de mismo nombre. Su aspecto actual es del siglo XVIII y destaca por su gran proporción y los contrafuertes exteriores que sujetan los muros. Es de una sola nave y está orientado al Este, con una cabecera rematada con una cúpula con linterna decorada con azulejos. A los pies, una sola portada rematada por una sencilla espadaña y, en el lado derecho de la fachada, un torreón cilíndrico unido al muro. Su interior es sobrio. La cubierta es de cañón en la nave y en crucero de media naranja. El retablo mayor -muy modificado recientemente- alberga la Virgen de la Soledad, imagen de candelero del XVII que procesiona con la hermandad de la Vera Cruz, desde principios del presente siglo. Hay también dos retablos laterales, uno, de la segunda mitad de siglo XVIII, con la imagen del Cristo de la Vera Cruz, y otro, de mediados del XX, con las imágenes titulares de la hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y la Virgen del Mayor Dolor, obras ambos del imaginero alcalareño, Manuel Pineda Calderón.

Patrimonio:

Iglesia parroquial de San Vicente Mártir, siglo XVIII.

Estilo barroco. Cuenta con un retablo mayor del siglo XVII, un grupo escultórico con Santa Ana y la Virgen Niña atribuido a Juan de Mesa. En el exterior destacan dos torres gemelas adornadas con azulejos.

Ermita de Nuestra Señora de la Soledad, siglo XVII.

Fue reformada en el siglo XVIII.

Yacimientos arqueológicos.

Yacimientos de origen romano.

Fuente del Mocho y Paco Pozo.

Las Suertes.

Fiestas:

Sus fiestas y feria de los Santos Patronos son celebradas la primera semana de Septiembre.

Feria 2008: Días 3, 4, 5, 6 y 7 de Septiembre.

Las fiestas de la Función del Señor, Fiestas Mayores por excelencia de la Villa, se celebran para festejar la Exaltación de la Santa Cruz, y que tienen como colofón la Solemne Procesión Gloriosa del Santísimo Cristo de la Vera Cruz el 14 de Septiembre por las calles de Tocina.

Historia:

Fechas anteriores al siglo XVII, o su observación, incluso para los de un siglo más tarde, es tan precaria que sólo nos permiten trazar rasgos muy generales de lo que fue la vida de este municipio desde los primeros vestigios de ocupación humana, en lo que hoy se conoce por Tocina, hasta la actualidad.

1.- Los restos arqueológicos localizados en diversos puntos de este espacio apuntan hacia una primera ocupación en época neolítica. Estos restos, aunque contados y aislados, indican una continuidad de hábitat humano, desde aquel período hasta época musulmana. Las recientes excavaciones y las prospecciones realizadas en los últimos años justifican esta afirmación. No son materiales de especial interés artístico, pero sí documental.

Las primeras citas y referencias escritas son de época romana. Aunque no pueden asimilarse con absoluta certeza los topónimos Aducía y Tocina, la localización, sin embargo, de dos áreas de ciertas extensión y valor arqueológico en puntos muy cercanos al actual municipio -Fuente del Mocho y Huerta Paco Pozo- permite plantear, con reservas, ciertas hipótesis en favor de dicha relación. Algunos estudios filológicos apuntan en el mismo sentido.

La excavación de la calle del Comendador, en las proximidades de la Iglesia Parroquial de San Vicente Martín de la localidad, aportó algunos materiales con indicios de época visigótica, aunque todavía no se ha comprobado fielmente su procedencia.

La documentación escrita para la época musulmana se limita a citas bibliográficas de autores árabes del siglo XII. Tocina era un distrito ("iglim"), dentro de la provincia ("kora") de Sevilla. Son de esta época los restos de los yacimientos de las Suertes y del Muelle del Ferrocarril. Llegada la conquista cristiana a estas tierras, a mediados del siglo XIII, Tocina era una alquería.

2.- Lo que conocemos hoy por Tocina tiene su origen tras la conquista cristiana en el siglo XIII. Es a partir de entonces cuando se define el espacio ocupado por el actual núcleo de población y su término. La tarea corresponde a la Orden de San Juan de Jerusalén, la Orden de Malta, que recibe, por su participación en la conquista, tierras y bienes con los que formó un señorío que mantuvo hasta el siglo XIX: en Andalucía, Tocina, junto a Lora del Río, Alcolea y otros puntos localizados a lo largo del Valle del Guadalquivir, formaban dicho señorío.

En el siglo XIV ya era Tocina una encomienda, es decir, un territorio cuya administración y gobierno se encomendaba a un caballero de hábito de la Orden, un comendador, con una serie de privilegios y prerrogativas (cobro de ciertos tributos, con los mejoraba la encomienda y aportaba ingresos a la Orden; facultades para elegir miembros del consejo y de la parroquia, etc...). Su repoblación se inicia en el mismo siglo y en el XV tenemos algunas referencias escritas de dicha tarea: siendo el comendador Manuel Nuñez de Cabera su multiplicaban los vecinos, se restauraba a la antigua iglesia y se roturan nuevos terrenos incultos.

Para estas fechas ya existía un consejo de admistraba la vida del municipio, cuyos alcaldes ordinarios, eran nombrados en numero de dos por el comendador, de los cuatro que proponían los miembros del consejo saliente; los vecinos gozaban de ciertas exenciones fiscales a cambio de venir a poblar, lo que provocó no pocos enfrentamientos ente la Orden y la Corona y entre vencinos y el propio comendador, hasta el mismo siglo XVIII.

Apenas si se conservan documentos para los siglos XVI y XVII, sólo expendientes aislados con alguna información relativa a algunos aspectos de la vida local . Pero ya entonces debía ser una encomienda rica, a juzgar por las obras, las primeras de las tenemos constancia escrita: la ampliación de la causas palacio de la encomienda, en 1607, o la función de numerosos vínculos, patronatos o capellanías en la parroquia.

En el siglo XVIII la encomienda de Tocina es una de la mas ricas de la Orden en Castilla a pesar de su reducido término. En 1723 cobrada el comendador 25.000 ducados anuales, y a fines de siglo, en 1797, 40.000 ducados.

Desde el siglo XV cuenta con anejos -cortijos y casa- en Córdoba, Villa del Río, Montoro, Palma del Río, Sevilla y el más destacado de todos, que daba el nombre a la encomienda, Robayna, una antigua alquería entre Pilas y Umbrete, luego lugar poblado con iglesia propia y ya en los últimos años del siglo, una finca despoblada.

De principios del siglo XVIII son la construcción del actual templo parroquial, sobre los restos de la antigua iglesia de la misma adveración -San Vicente Martín- cuyo interior se exorna con numerosas obras, muchas desaparecidas en la actualidad; y el aspecto que hoy muestra la ermita de la Soledad. Para este siglo la documentación es más elocuente. Su población oscilaba entre los 1.200 y 1.500 habitantes, en cifras absolutas; de ellos, los braceros y peletrines era el sector más numerosos, seguido de arrieros, quienes daban salida a los excedentes de una agricultura que sigue siendo su principal fuente de riqueza, de una no menos importante cabaña ganadera y de una impaciente industria rural, basada principalmente en la producción de lana basta. Hay que destacar que a mediados de este siglo contaba con once telares y sus productos se distribuían a través de estos arrieros a puntos tan lejanos en aquella época como Salamanca o Madrid.

En el siglo XIX, como sucede en el resto de la Península, comienza con mal pie, como puede deducirse de la escasa pero expresiva documentación conservada. La crisis del principio de siglo afecta lógicamente a Tocina. Las malas cosechas y la epidemias provocaron una sensible reducción en la población, tal y como se refleja en memoriales, informes y otros documentos de la época conservados en la actualidad. La Guerra de la Independencia también afectó a Tocina, ya que, como se desprende de varios expedientes de reclutamiento, varias partidas de hombres participaron en el enfrentamiento bélico contra franceses a principios de siglo. La entonces recién construida Ermita del Cristo de la Vera Cruz, en lo que hoy se conoce como Pozo de la Ermita, fue destruida por él ejercito francés.

La crisis de este siglo también afectó a la floreciente industria de telares, de los once que existían, sólo uno mantenía su señorío, hasta su desaparición a finales de siglo.

Autor: José Mª Carmona Domínguez

Historia de la barriada "Los Rosales"

Su historia es muy reciente, su origen se encuentra en la inauguración del ferrocarril en su primera línea desde Sevilla a Córdoba en el año 1860. A final de siglo se ampliaron sus instalaciones con la bifurcación de la línea de Mérida, dado origen a la instalación de un depósito de máquinas, agua y carbón, con parada obligatoria de todos los trenes, a fin de proveerse de lo necesario para seguir su ruta...

Desde la inauguración de esta segunda línea, el lugar de la estación se denominaba "Tocina-Emplame", hasta el año 1914, que se denominaría definitivamente "Los Rosales".

A finales del siglo XVIII esta zona se componía de terrenos secanos, dedicados en su mayor parte a la ganadería. La instalación del ferrocarril en 1860 motivó la construcción de viviendas, y en el año 1900 esta zona contaba con una población de unos 80 habitantes.

En 1926 se procedió a la puesta en riego de los terrenos de esta zona y se inauguró la primera azucarera de esta provincia - "Azucarera Bética S.A" - pionera en la transformación de productos a manos del "Grupo Ebro", que cambió que cambió el nombre por el de "Azucarera San Fernando de Sevilla, S.A".

La importancia de núcleo ferroviario, la construcción de un pequeño barrio para los empleados de la azucarera y la puesta en marcha del sistema de regadíos, provocaron una perspectiva económica favorable que contribuyó a la expansión demográfica en esta zona. El crecimiento fue espectacular, alcanzando una población de 3.400 habitantes al año 1970, cuarenta y seis veces la población que tenía al comenzar el siglo.

En el año 1958, se construyó definitivamente la parroquia de "Nuestra Señora de Fátima", este hecho supone el origen de una de las fiestas del municipio, que se celebra el día 13 de mayo, coincidiendo con el día de la Virgen que da nombre a esta parroquia.

En los últimos años, con el desarrollo de línea ferroviaria de cercanías, que une Utrera, Santa Justa y Lora del Río, así como la instalación de industrias agroalimentarias en la zona, ha sufrido un importante desarrollo socioeconómico.

Autor: José Tejero Morales.

Los restos arqueológicos hallados en diversos puntos del término municipal de Tocina, apuntan hacia una primera ocupación de este espacio en época neolítica; indican, además una continuidad en el hábitat humano, desde aquel periodo hasta época musulmana. Las primeras citas y referencias escritas alusivas a Tocina, son de época romana. Aunque se asocia este nombre con el de Oducia- nombre de una posible villa antecedente a la actual, quizás emplazada en el mismo solar o en las proximidades-, topónimo derivado de osducienses, un gremio de barqueros asentados en la orilla del Guadalquivir en la misma zona donde se ubica Tocina, nada puede afirmarse con seguridad. La localización de dos áreas de cierta extensión y valor arqueológico en puntos muy cercanos al actual municipio- Fuente del Mocho y Paco Pozo, permite plantear, sin embargo, ciertas hipótesis a favor de aquella relación. Por la escasa documentación de la época islámica, sabemos que Tocina era un distrito de la provincia de Sevilla. La tradición ha querido situar en su término el origen de la bandera andaluza. Hay yacimientos arqueológicos hasta el siglo XII en los lugares del término actual conocidos por Las Suertes y el Apeadero del Ferrocarril. A mediados del XIII, cuando estas tierras fueron ocupadas en el proceso de reconquista cristiana, Tocina era una alquería. Durante la dominación musulmana se la denominó Taxana, de donde derivó, tras la conquista castellana, la actual Tocina. El aspecto del núcleo urbano actual tiene su origen en los siglos XIII/XIV. Alfonso X confirma en 1248 la donación de Tocina a la Orden de San Juan de Jerusalén, hecha años antes por su padre, Fernando III, iniciando su repoblación de manera sistemática a partir del XIV, y añadiendo a esta encomienda otras propiedades anejas, como Robaina, en el Aljarafe, o cortijos y casas en Córdoba y Sevilla. Debió ser una rica encomienda a juzgar por los documentos que para los siglos XVI y XVII se han conservado, siendo muy apetecida y disputada por los comendadores de la Orden, a pesar de la escasa superficie de su término municipal, por el que estuvo pleiteando hasta el siglo XVIII principalmente con Carmona. Sin duda, su emplazamiento en pleno centro geográfico del Guadalquivir, la hacían disfrutar de una tierra rica y fértil.