Va por nuestras fiestas y tradiciones, por todos los que las sentimos, por todos los que las hacemos posibles...
Este año he vivido a finales del mes de julio unas auténticas fiestas patronales y he vuelto a participar en el día más grande de nuestro pueblo que es, ante todo y a pesar de las zancadillas de muchos, cristiano: el día en el que celebramos el CORPUS CHRISTI, que desde tiempo inmemorial celebramos el 25 de julio, día de nuestro Patrón Santiago.
Este año he vuelto a sentir el calor y el apoyo de la gente, las costumbres familiares, el calor en la Procesión, la belleza de nuestro pueblo, el compartir y el celebrar, el estar con los amigos y compañeros, pero sobre todo, he sentido cómo todo el mundo ha disfrutado en estos días.
Santiago en su caballo abre paso, acompañado por nuestra Patrona, al que va derramando bendiciones por las calles de nuestro pueblo, al que es invocado día a día en nuestras oraciones, al Amor de los Amores, al centro de la vida de los que nos consideramos cristianos, al que es visitado en nuestro Sagrario porque es fuente de consuelo y esperanza en nuestro camino. Y cómo conocía todo eso Santiago...
Qué fiestas más bonitas hemos vivido, fiestas sin altercados, fiestas sin protagonistas, fiestas que desde hace muchísimos años tienen su sello y su sentido, su ser y su esencia, sobre todo, porque está basada en las tradiciones y porque así seguirán muchos años más, porque es lo que quiere la mayoría de mis vecinos.
Qué pena por aquellos que no supieron aprovecharlas, qué pena por aquellos que ya no volverán a vivirla, qué pena por los que no pudieron estar, qué pena por aquellos que no supieron ni entenderla ni vivirla. Siento orgullo de pertenecer a este pueblo, no por si es mayor o menor, por si hay más o menos dinero en las arcas municipales, ni por nada de eso, sino porque las raíces de su historia, a la que sabemos volver y la que nos hace ser como somos, un pueblo singular y único, son raíces cristianas y católicas.
Va por todos aquellos que supieron saber estar y por todos aquellos que aman a su pueblo.
Este año he vivido a finales del mes de julio unas auténticas fiestas patronales y he vuelto a participar en el día más grande de nuestro pueblo que es, ante todo y a pesar de las zancadillas de muchos, cristiano: el día en el que celebramos el CORPUS CHRISTI, que desde tiempo inmemorial celebramos el 25 de julio, día de nuestro Patrón Santiago.
Este año he vuelto a sentir el calor y el apoyo de la gente, las costumbres familiares, el calor en la Procesión, la belleza de nuestro pueblo, el compartir y el celebrar, el estar con los amigos y compañeros, pero sobre todo, he sentido cómo todo el mundo ha disfrutado en estos días.
Santiago en su caballo abre paso, acompañado por nuestra Patrona, al que va derramando bendiciones por las calles de nuestro pueblo, al que es invocado día a día en nuestras oraciones, al Amor de los Amores, al centro de la vida de los que nos consideramos cristianos, al que es visitado en nuestro Sagrario porque es fuente de consuelo y esperanza en nuestro camino. Y cómo conocía todo eso Santiago...
Qué fiestas más bonitas hemos vivido, fiestas sin altercados, fiestas sin protagonistas, fiestas que desde hace muchísimos años tienen su sello y su sentido, su ser y su esencia, sobre todo, porque está basada en las tradiciones y porque así seguirán muchos años más, porque es lo que quiere la mayoría de mis vecinos.
Qué pena por aquellos que no supieron aprovecharlas, qué pena por aquellos que ya no volverán a vivirla, qué pena por los que no pudieron estar, qué pena por aquellos que no supieron ni entenderla ni vivirla. Siento orgullo de pertenecer a este pueblo, no por si es mayor o menor, por si hay más o menos dinero en las arcas municipales, ni por nada de eso, sino porque las raíces de su historia, a la que sabemos volver y la que nos hace ser como somos, un pueblo singular y único, son raíces cristianas y católicas.
Va por todos aquellos que supieron saber estar y por todos aquellos que aman a su pueblo.