En la meseta, hecha de una gran
piedra, nos sentábamos a tomar el fresco y hablar en las
noches de
verano. Desde allí divisabamos Peña Cancías, el
río Ara y los
Pueblos vecinos,
Fiscal,
Borrastre, donde nació el señor José, el único junto su
familia que nunca abondonaron
Arresa, sus guardianes celosos; hasta que
árboles exóticos, guardando la intimidad ausente de unos nuevos vecinos, levantaron una
muralla a nuestros sueños... Arresa, nunca te olvidaré.