Desde 1951 hasta el 58 tuve la suerte de residir en
Angüés, que bien lo pasabamos, conservo vivos todos los recuerdos de mi estancia en ese
pueblo: la
escuela de de. Pedro (!gran maestro!), los
juegos, la balsa, los
huertos, los litones, el Alcanadre, los
Lavaderos, su
iglesia, su
plaza. Hace 13 años regrese para que lo conociese mi
familia y ha cambiado bastante pero conserva intacto el encanto de quella época. Espero poder hacer una visita de nuevo para visitar además sus alrededores.