Soy Barbastrense, y estoy orgullosa de ello, ahora estudio fuera pero es imposible contener la sonrisa cuando veo el Pueyo, señal inequívoca de que ya estoy en casa. Sus calles son diferentes a las de cualquier otro sitio, llenas de gente en cuanto hay tiempo de pasear por ellas, bañadas por el silencio cuando es necesario. Sus rincones perfectos desde los que ver toda la ciudad (por que asi se denomina en el escudo, CIUDAD)que muy pocos conocemos pero que disfrutamos siempre que podemos. Una vez que has ido no se puede olvidar lo que se siente, la fiesta como en ninguna parte, la calma parte de su existencia y la gente...dispuesta a todo como nadie. Sera la tercera ciudad de Arágón, pero es la primera en nuestro corazon.Que grande eres Barbastro.