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BERBEGAL

Habitantes: 486  Altitud: 512 m. 
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Situación:

La noble y antigua villa de Berbegal se alza sobre una elevada eminencia situada entre los ríos Zinca y Alcanadre.

Monumentos:

de los orígenes remotísimos de esta ilustre población altoaragonesa de fe la existencia de un menhir druídico, que en forma de tosca y rudimentaria pirámide –que los naturales de la villa llamamos "PEÑON DE MUYED"- y ergue su puntiaguda silueta a corta distancia de la villa. Acredita la significación funeraria de este monumento megalítico –muy parecido a los de la villa de CARNAC, de fama mundial- los vestigios de un columbario que se distinguen en lo alto de este curioso menhir berbegalés. Por otra parte, la misma plataforma montañosa que sirve de base a la localidad está honrada por una profusión de cuevas troglodíticas que nos confirman el arranque prehistórico notorio de Berbegal, que acusa también el paso de Roma pues existía en sus proximidades la fortaleza "GRAMA-PAN", cuya maciza mole cuadrangular evocaba las luchas de Roma con Cartago.

Costumbres:

Todos los años es plantado el mayo por los quintos, este se trae en un remolque hasta el pueblo y luego los hombre los llevan a hombros hasta la plaza, por la noche se sube a mano.

Historia:

Más la historia conocida de Berbegal tenemos que iniciarla a finales del siglo XI y no con anterioridad al año 1088, en el que el rey D. Sancho Ramírez de Aragón la rescata de la servidumbre de la morisma, ya que un año después serviría la villa de cuartel de las menadas del infante D. Pedro, cuando este se disponía a auxiliar a su padre en la conquista de Monzón, llevada a efecto en 1089. Famoso se hizo Berbegal a principios del siglo XIII, cuando Jaime I el Conquistador, el rey-niño, supuesto que contaba nueve años apenas, habiendo salido del castillo de Monzón, se reúne con sus parciales en Berbegal con los cuales habrá de salir en dirección hacia las riberas del Zinca, para combatir a sus tíos, los infantes D. Sancho y D. Fernando, que retenían tiránicamente la regencia del Reino so pretexto de la menor edad de su sobrino. Por esta razón mirará siempre con benevolencia el conquistador de Mallorca y de Valencia a su villa de Berbegal, a la que dotará de privilegio de feria quincenal, concediendo asimismo a los vecinos de la villa y de sus aldeas –que lo eran el Tomillo y Lamasadera- grandes exenciones y franquicias. Una de las principales consistió en la facultad que concedió a los vecinos de Berbegal para que pudieran nombrar ellos mismos a sus jurados y Justicias, los cuales tenían tan omnímodo y absoluto poder y autoridad, que podían entender en toda clase de delitos, excepto los de lesa majestad.

Acostumbrada así la villa a sus libertades de realenga, comprenderemos mejor su tenaz oposición al rey D. Martín el humano, cuando éste intenta en 1410 cederla en feudo y señorio a D. Pedro de Torrellas, barón de la Roca en Cataluña, quien se había distinguido a favor de D. Martín durante la campaña de Sicilia. Noticiosos los de Berbegal de la decisión del monarca y amparándose en los privilegios y franquicias dados a la villa por el cuarto abuelo de D. Martín, incoaron contra la Corona el pertinente pleito, resuelto a favor de Berbegal mediante la sentencia dictada por la Corte del Justicia Mayor del Reino. Durante todo el siglo XV debió Berbegal estar receloso de ser objeto de una nueva segregación de la Corona, por lo cual obtuvo de Fernando el Catótivo en 1512 un real privilegio datado en Burgos por el cual declarado el rey de Berbegal pertenecía y seguiría en lo sucesivo perteneciendo a la Corona, sin que jamás pudiera ser separada de ella. Según un privilegio que se conservaba en el archivo municipal de la villa, cuya certificación estaba autorizada en 1518 por D. Hugo de Urries, secretario real, todos los derechos y franquicias obtenidas por Berbegal fueron confirmadas por D.Juana y por su hijo, el emperador Carlos.

Hemos de resaltar que Berbegal fue siempre considerada una de las villas más importantes del Reino y, como tal gozaba del derecho de voto en Cortes. Consta que a las convocadas por Felipe II en Monzón en 1585 asistió como procurador de Berbegal D. Juan de Ara. También un procurador de Berbegal tomó parte en las Cortes convocadas por Felipe IV en Balbastro en el año 1625. Con ocasión de la sublevación de Cataluña, la villa de Berbegal es corte y morada del rey de España, ya que fue durante su estancia en esta villa cuando Felipe IV convocó a la nobleza de todo Aragón para darle cuenta de la medidas de represión tomadas contra los levantiscos vasallos. Elegida también Berbegal como arsenal de armas de los ejércitos reales, los Jurados de la villa se encargaron de la custodia de los pertrechos de guerra depositados allí en 1651, como constaba por un documento especificativo de los mosquetes, horquillas, petardos, picas y otros efectos de parecida índole, guardados en Berbegal por las tropas del rey.

La guerra de sucesión convierte a la villa, por su posición estratégica en plaza militar de los archiducales, que no la abandonarían hasta que la victoria de Felipe V en plena y definitiva. Durante la Independencia sus vecinos toman parte activa en la lucha contra el invasor bonapartista quien ejercerá contra la población hostil las más duras represalias.

Más tarde Berbegal se convertirá en cuartel general de las tropas isabelinas, que comandadas por el general Marcelino Oráa, intentan oponerse a las del pretendientes –CarlosV- que se hallan acampadas en Balbastro. El encuentro tiene lugar cerca de esta ciudad, y es favorable por entero a los carlistas, quienes obligan a las maltrechas huestes de Oráa, a refugiarse de nuevo en Berbegal, cuyos habitantes tienen que sufrir las naturales exigencias del ocupante. De señalares, por ultimo, la triste suerte de Berbegal durante la última contienda. Dentro de la zona roja desde un principio, la desaparición de sus archivos civiles y religiosos comporta una gran pérdida para todo intento de reconstrucción pormenorizada de su pasado.