El 31 de julio de 2014 giré visita a un amigo de Botaya. Cenamos mi mujer y yo con este amigo y su familia y en la sobremesa me invitó a fumar un cigarro en la terraza de su casa que da a un amplio valle. Apenas nos habíamos instalado en la terraza, apagó la luz, cosa que me sorprendió y le pregunté el por qué. Me comentó que le gusta ver las estrella en la oscuridad.
Entonces fue cuando me fijé en aquel manto de negro terciopelo y mis ojos se quedaron prendados de aquellas pequeñitas, pero infinitas, lucecitas que tililaban en la lejanía.
En la oscuridad de la noche, como si mis ojos se fueran abriendo más y más, iban aparecíendo estrellas una tras otras.
Hacía tan solo una hora había fumado un cigarrillo en la puerta de su casa, pero en aquel lugar, por la luz de una farola próxima, el fenómeno pasaba desapercibido.
Mi mente no recordaba un espectáculo similar. Tan solo en una ocasión en que en mi localidad hubo un apagón general había visto algo parecido.
A lo lejos, aquellas pequeñas lucecitas desaparecían por el efecto de una gran luminaria. Mi amigo me explicó que se trataba de la iluminación de la ciudad de Zaragoza. Mi mujer y yo quedamos maravillados y desde nuestro lugar de residencia no dudamos en aconsejar el disfrutar de un espectáculo tan peculiar, tan grandioso y tan al alcance de cualquier bolsillo.
Recientemente estuvimos en Teruel y nos acordamos de la frase tan oida de "Teruel también existe" y yo quisiera acuñar otra tal vez no tan ambiciosa pero merecedora de toda la atención: "BOTAYA TAMBIEN EXISTE, y su cielo es único". NO LO PERDÁIS NUNCA.
Entonces fue cuando me fijé en aquel manto de negro terciopelo y mis ojos se quedaron prendados de aquellas pequeñitas, pero infinitas, lucecitas que tililaban en la lejanía.
En la oscuridad de la noche, como si mis ojos se fueran abriendo más y más, iban aparecíendo estrellas una tras otras.
Hacía tan solo una hora había fumado un cigarrillo en la puerta de su casa, pero en aquel lugar, por la luz de una farola próxima, el fenómeno pasaba desapercibido.
Mi mente no recordaba un espectáculo similar. Tan solo en una ocasión en que en mi localidad hubo un apagón general había visto algo parecido.
A lo lejos, aquellas pequeñas lucecitas desaparecían por el efecto de una gran luminaria. Mi amigo me explicó que se trataba de la iluminación de la ciudad de Zaragoza. Mi mujer y yo quedamos maravillados y desde nuestro lugar de residencia no dudamos en aconsejar el disfrutar de un espectáculo tan peculiar, tan grandioso y tan al alcance de cualquier bolsillo.
Recientemente estuvimos en Teruel y nos acordamos de la frase tan oida de "Teruel también existe" y yo quisiera acuñar otra tal vez no tan ambiciosa pero merecedora de toda la atención: "BOTAYA TAMBIEN EXISTE, y su cielo es único". NO LO PERDÁIS NUNCA.