En gran parte
Estiche de Cinca, así como del Cinca Medio, la vegetación potencial la constituye el carrascal. Muy castigado por siglos de intensa presión y transformaciones, ocupa actualmente áreas muy reducidas y fragmentadas. Además, el
pino carrasco, muy resistente a la sequía, también está presente en esta población.
Por otra parte, los sotos del Cinca son muy ricos en esta parte del curso fluvial, con varios sauces, chopos, fresno de hoja estrecha, álamos "zapatera" (Coriaria Myrtifolia) y rarezas como el agracejo (Berberis vulgaris) o el arraclán (Frangula alnus). También hay formaciones de hierbas altas (Saccharum ravennae, Imperata cylindrica, esparganium erectum, carrizo, masiega, aneas, etc.) y plantas de las cascajeras, como la "hierba del besque" (Andryala ragusina).
En las "gesas" o colinas yesosas abundan los romerales con asnallo (Ononis tridentata), resultado de la destrucción del carrascal; son ricos en plantas gipsícolas extendidas como la "badallera" (Gypsophila struthium subsp. hispanica), y más raras como Lepidium subulatum o Launaea pumila.
Los roquedos de la población, por su estructura y consistencia, no son fácilmente colonizables por las plantas. Aún así, el té de
roca (Jasonia saxatilis) es frecuente encontrarla.
El
río Cinca, verdadera
fuente de vida, constituye un auténtico ecosistema con una voluminosa biomasa energética generada fundamentalmente por el continuo caudal de
agua. Innumerables invertebrados, anfibios, reptiles, aves y mamíferos, están ligados en mayor o menor grado a este importante corredor natural para la
fauna. Para las aves en sus pasos migratorios, o para los muchos mamíferos errantes de la zona, el papel que juega este río con su gran riqueza natural en el desarrollo de la vida en sus riberas, es extensible incluso a las tierras cercanas. Gran variedad de aves habitan en el río donde encuentran sus
fuentes de alimentación, especialmente las acuáticas como anátidas, garzas, cormoranes o limícolas, otras solamente acuden en busca de
refugio, sobre todo en dormideros comunales, y algunas, más propias de los secanos de alrededor, únicamente bajan a beber en los períodos de fuertes estiajes. Añadir, que el jabalí a lo largo de las últimas décadas, se ha convertido en un grave problema, debido a que no tiene ningún depredador en la zona que le perturbe, ha aumentado considerablemente en número, produciendo así graves consecuencias en los cultivos de la zona.