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Portada de la iglesia, FRULA

SAN JOSÉ DE PIGNATELLI
(1737-1811)
El más notable de los Jesuitas aragoneses, juntamente con Gracián. Fue enorme su cultura y grande su humanidad, dedicado al prójimo y trabajando fervorosamente por el renacimiento de la Compañía tras la expulsión de España.

Sin duda el más conocido de la familia aragonesa de Pignatelli-Moncada; hermanos suyos fueron, entre otros, Ramón y Joaquín, embajador éste de España en Londres.
Se trasladó al comienzo de su vida, a los seis años a Italia, permaneciendo en Nápoles con su hermano Joaquín, tras la muerte de su padre. Volvió después a Zaragoza, ingresando en la Compañía de Jesús en Tarragona y celebrando misa por primera vez en Zaragoza. Las ansias de José por ser destinado a América no se cumplieron, debiendo permanecer en el colegio, dedicado por entero a las lenguas orientales y clásicas.

En el año 1767 tiene lugar el decreto de expulsión de los jesuitas, ordenado por Carlos IV, trasladándose los Jesuitas zaragozanos en carromato hacia Salou. Desde los puertos españoles de Tarragona, Cartagena, La Coruña, Santander, fueron enviados a los Estados Pontificios; pasaron de 600 los jesuitas expulsados de Aragón, de los cuales bastantes fallecieron en la travesía hacia Italia y muchos se secularizaron.

El trabajo de la Compañía fue muy importante en Aragón, basándose en los centros establecidos en Zaragoza, Huesca, y las principales ciudades Su dedicación fue constante a la labor de educación y sobre todo a la tarea apostólica, destacando su dedicación durante las terribles epidemias de peste de mediados del siglo XVIII y del XIX. En otras vertientes, su trabajo actuó también en lo artístico, restaurando el monasterio de Veruela.

Los jesuitas no pudieron desembarcar en los Estados Pontificios por la negativa de Clemente Xlll y tuvieron que hacerlo en Córcega, marchando finalmente a Génova. Pignatelli hizo su profesión en la orden en 1771; no obstante el pontífice, les prohibió ejercer el apostolado, manteniendo estas medidas Pío VI y sólo después se restableció la Compañía autorizándola Fernando Vll en 1815.

Pignatelli, como muchos compañeros suyos, vivió dedicado a la oración y a la ayuda de los indigentes que también profesaban. El final de su vida estuvo dedicado al resurgimiento de la Compañía y Pío VII les permitió volver al Colegio Romano, gracias a sus buenos oficios.

Lamentablemente no nos han quedado obras escritas de José Pignatelli, pues su preocupación constante estuvo en el trabajo intenso que llevó a cabo en las academias italianas exjesuíticas y en la ayuda constante a los expulsados sin medios. Hay constancia, sin embargo, de su gran cultura y de su preocupación por el Aragón de su época.

Pignatelli, con Gracián, forma el dúo de mayor renombre entre los jesuitas aragoneses. Latassa recogió muy importantes aportaciones científicas de los componentes de la Compañía (Ripalda, José Arnal, Manuel Gil), además del Índice de las cosas más notables que se hallan en las cuatro partes de los Anales y las dos de la historia de Jerónimo Zurita.

Pignatelli fue beatificado y canonizado por el papa Pío XII.