
Este
pueblo del
Valle de la Garcipollera se encuentra totalmente abandonado y deshabitado desde los años 60, en la actualidad es pues un pueblo fantasma, un despoblado apenas visible, en un paraje boscoso agreste, salvaje y aislado de toda civilización, comido por la maleza en forma de zarzas, hiedras, aliagas y cardos, y con unas
casas y
calles en un estado de
ruina total. Sólo se puede acceder a él a pie o como mucho en
bicicleta a través de un estrecho y sinuoso
sendero que transcurre por frondosos
pinares.