"Encubierto entre los pliegues del pico Gratal, colosal
faro pre-pirenaico, y festoneado por incesantes
cascadas cristalinas, el
santuario de
San Julián encierra los secretos de una
historia de eremitas, petrificada entre las paredes del cañón.
Sólo en época tardía, entre los siglos XV y XVI, los viejos legajos permiten asomar breves noticias que de la iglesieta cavernaria escribieron anónimas manos.
A la
ermita de San Julián de Andría se le juzga de notable
antigüedad, pues a un topónimo primitivo se le une la existencia de la persistente población mozárabe que habitaba sus inmediaciones hasta finalizado el siglo XI. Por aquellos días los cristianos serían perseguidos, ocultándose con sus doctrinas en los
rincones más inaccesibles."
Información procedente de: www. dphuesca. es