El
castillo de
Loarre, considerada la fortaleza
románica mejor conservada de Europa, es
Monumento Nacional desde 1906. Inscrita también en 2007 como Bien de Interés Cultural y esperemos que, más pronto que tarde, sea declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Situado en las estribaciones del Prepirineo aragonés, se asienta sobre un promontorio de
roca caliza que utiliza como cimientos. Es un impresionante conjunto palaciego y monástico, en el que podemos admirar las
murallas, los
torreones, la
torre albarrana, las
torres del
homenaje, el
mirador de la Reina, desde el que se puede contemplar una magnífica vista de la llanura de la Hoya de
Huesca, y la parte del
monasterio, con la
iglesia de
santa María de Valverde, la de
san Pedro y la cripta de santa Quiteria.
La Torre del homenaje es de planta rectangular, tiene una altura de 22 m (cinco pisos). En ella se abren vanos en
arco de medio punto y aspilleras, remata con un cuerpo almenado. Está situada fuera del recinto, quizás estuvo comunicada con la torre de la Reina mediante un
puente de madera. Hoy se puede acceder a ella a través de
pasarelas metálicas. En un principio se pensaba que era la primitiva torre del Homenaje, pero tras las investigaciones de Adolfo Castán, se cree que era la residencia noble de los señores cuando vivían en el castillo.
Al interior de la Torre del Homenaje se accede por el tercer piso, entrando directamente a la llamada sala de la
Chimenea. En ella encontramos una chimenea empotrada en el muro. En aquella época no existía calefacción, los gruesos muros protegían del frío, y las paredes se encalaban y cubrían con telas.