El año pasado para la fiesta de Otal, el tiempo no nos acompañó a la subida, pero nos sirvió a todos como una experiencia digna de recordar...la senda parecia interminable, llovia a chuzos pero nadie pensó en darse la vuelta, adentrados en la selva, cabizbajos y calados hasta las trancas. Cuando la lluvia parecia caer con mas fuerza divise Otal, el pueblecico de mi padre, y la alegria de volver a verlo me daba fuerzas para continuar el camino. Llegué a Otal, a lo lejos ya me esperaban con ropa seca y toallas y corriendo sin pensarlo dos veces me meti a casa O Royo, el hogar estaba encendido, la gente sentada alrededor de la cadiera, ni siquiera los conocia pero el echo de encontrarnos en esa situación servia para que todos fuéramos un poquito mas humanos. La gente fué llegando y se decidió encender fuego en otra de las casas ( Francho), para que todos pudieran gozar del calor de sus hogares. San Ramón se portó con nosotros y despejó las nubes para que todos disfrutásemos de la misa, el volteo de campanas, la ronda con los músicos, la comida...En definitiva, un dia estupendo!! Sobre las 6 de la tarde comenzamos a bajar de nuevo, eso si, no sin antes visitar la casa, viendo ante ella a mi padre, pretando el puño, conteniendo las lágrimas y rezando para que el año que viene las fuertes nevadas no hayan terminado con ella. Esperemos que este año sea tan bueno como todos los anteriores. Animo a toda la gente que no lo conozca a descubrirlo. Belén.