de niño pasaba todo el verano con mi familia en Sariñena, recuerdo con nostalgia esa época donde no existían las preocupaciones; y cómo no, las puestas de sol desde la laguna, inolvidable. Los campos de cebada, las montañas... un pasaje de mi história personal fantástico. Ahora de adulto me escapo cuando puedo, que es menos de lo que quisiera.