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Barrio de la catedral, ALBARRACIN

La ciudad de Albarracín se localiza en plena Sierra del mismo nombre. Es un precioso conjunto amurallado, a orillas del río Guadalaviar. Un lugar donde la arquitectura se fusiona con el paisaje, adaptándose al sinuoso terreno en el que está ubicada. Es considerado uno de los conjuntos histórico-artísticos más bonitos de España. Fue declarado Monumento Nacional el 22 de junio de 1961; y medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1966. Y muchos estamos deseando que la nombren patrimonio de la Humanidad, tiene todo para serlo: su imponente paisaje; su recinto amurallado; el castillo; la alcazaba; sus calles medievales con imponentes palacios señoriales, con blasones y forjas dignas de mención; su característica arquitectura; y qué decir de la catedral del Salvador. Albarracín un lugar para perderse.

En Albarracín encontramos el único centro productor de yeso tradicional en España, material idóneo para recubrir los muros exteriores. Su elaboración se realiza con piedras locales (piedras rodenas) que dan ese color rojo asalmonado tan típico de Albarracín.

En los porches de la parte derecha del ayuntamiento se abre un mirador desde el cual se pueden observar bellas vistas de los alrededores de Albarracín con el meandro que forma el río Guadalaviar; y el barrio de la catedral.

A la derecha de la fotografía, casas típicas de Albarracín; y a fondo se alza airosa la catedral. En el año 1172 se crea el Obispado de Albarracín. Es el momento en el que se erigió un templo de traza románica en el lugar que ocupaba la antigua mezquita. La catedral actual se eleva en ese mismo emplazamiento. Está documentada una restauración realizada en estilo gótico en 1395, de la que quedan algunos restos. La Catedral que contemplamos hoy comenzó a construirse en 1572, finalizándose en 1600 con la terminación de la torre. En ella, trabajaron el arquitecto francés Quinto Pierres Vedel, constructor de la nave y el claustro; Martín de Castañeda, a quien se debe la cabecera y el coro; y Alonso del Barrio Dajo, que levantó la torre, de planta cuadrangular y rematada por un chapitel octogonal de brillantes azulejos que domina la ciudad