Situado en la confluencia del
río Martín y el Radón, en la cola del
embalse de
Cueva Foradada,
Alcaine debe su belleza a la espectacularidad de su emplazamiento. Su casco urbano se adapta al relieve de un promontorio rocoso y sobre él se levanta una cresta caliza que actúa como
muralla natural, con la protección adicional de las
ruinas de once
torreones medievales.