Se cree que en 1212 un pastor encontró a la
Virgen en una carrasca y en el mismo lugar donde se produjo la aparición, los monjes templarios de
Castellote ordenaron construir una
ermita y, ya a finales del siglo XIII, un
convento. A este
santuario acudían en
procesión vecinos de las localidades de Castellote,
Cuevas de Cañart, Villarluengo,
Tronchón,
Mirambel y
Olocau del Rey hasta que el Arzobispo de
Zaragoza prohibió alguna por el caos que se producía en tales encuentros. En 1737 se reformó el interior. En la sacristía se conservó como reliquia un fragmento de la carrasca donde hubiera aparecido la Virgen.