En el siglo XVIII, el interior de la
iglesia se cubre con unos maravillosos frescos, que han sido recientemente restaurados. Desafortunadamente la venerada talla de la
Virgen Negra de la Carrasca se perdió durante la Guerra Civil, junto con otra talla
románica muy afamada y con fama de espantar las
tormentas, la Virgen de la Araña, conservándose tan sólo una serie de
fotografías, que permitieron la elaboración de una réplica.