Antaño eran los
coches de
caballos y las diligencias que hacían el
camino Zaragoza-
Teruel, que paraban a descansar y reponer fuerzas en la venta de
Burbáguena.
Hoy el
Molino Viejo ha tomado el testigo y son los "caballos de acero", que haciendo una mañana de curvas por "paniza", paran a tomar las viandas suculentas, mientras charlan con pasión saboreando historias vividas.