Arte e
Historia:
Cutanda se encuentra a 14 km al levante de
Calamocha, y su
castillo, conocido por la victoria de Alfonso I (1120), estuvo bajo varios tenentes y perteneció a aquella marca que gobernaban los señores de Belchite. A fines del siglo XIII se inició el señorío de la mitra de
Zaragoza, que duró siglos. El castillo fue atacado por los castellanos en 1445, y todavía estaba en servicio en 1839, aunque no lo asaltaron los carlistas, pero se derruyó después de la segunda guerra carlista. Sus
ruinas yacen sobre un otero próximo al
pueblo y se reducen a un muro de 12 metros de longitud y 2 de espesor, recubierto de sillería, en cuya cara interna conserva restos de una
bóveda de crucería, y sería la
capilla o una sala, al parecer, de buena
arquitectura. Andrés y Valero cita obras realizadas en 1243, 1500 y 1554, éstas, según el manuscrito de Espés, se referían a terminar aposentos,
escalera,
chimenea, etc. Los arzobispos lo destinaban a cárcel y depósito de cobros. Sería pues, una de las muchas obras que acometió el arzobispo Hernando de
Aragón.
La batalla de Cutanda:
La batalla de Cutanda fue un hecho de armas entre Alfonso I el Batallador y el
ejército mandado por Ibrahim ibn Yusuf (1120), ocurrido en Cutanda, cerca de Calamocha (
Teruel), en el que los almorávides fueron vencidos por los ejércitos cristianos.
Alfonso I contó con la ayuda de Guillermo IX el Trovador, duque de Aquitania. En junio, el ejército cristiano comandado por Alfonso I de Aragón derrotó al ejército almorávide. Como consecuencia, el rey aragonés se apoderó de las fortalezas de Calatayud y de Daroca.
Tras la caída de Zaragoza en 1118 a manos del rey aragonés, los territorios y más importantes ciudades de la antigua taifa caían uno tras otro en poder del Batallador. En 1119 reconstruyó la ciudad abandonada de
Soria y repobló su comarca, y en 1120 ponía sitio a Calatayud.
En ese momento Alfonso I supo que los almorávides marchaban hacia Zaragoza para intentar reconquistarla con un potente ejército reclutado desde el
invierno de 1119 en Molina de Aragón,
Lérida,
Murcia,
Granada,
Valencia y
Sevilla al mando de Ibrahim ibn Yusuf, a la sazón caíd de Ishbiliya.
El avance musulmán se produjo ascendiendo por el
valle del Jiloca hasta Calamocha según María Jesús Viguera o siguiendo la ruta de Perales del Alfambra y Portalrubio, según Antonio Ubieto Arteta. El rey de Aragón salió a su encuentro, que se produjo en la localidad de Cutanda, con resultado de victoria decisiva para Alfonso I.
La batalla de Cutanda fue una de las más importantes victorias del Batallador. Las
fuentes musulmanas no dejan de reconocer la decisiva derrota y las numerosas bajas habidas en la batalla. En el plano estratégico, el desastre acababa con las esperanzas de recuperar Zaragoza para el islam.
La batalla pasó a la paremiología popular en la expresión recogida por Zurita «peor fue que la de Cutanda» o «peor fue la de Cutanda» con el sentido de minimizar desgracias.