Cuenta la leyenda que su nombre viene de que en cualquier parte del
pueblo siempre se le da la espalda a una
fuente. En realidad procede del latín, Foz (
valle) que se hace ancho.
En las inmediaciones de
Fuentespalda se han encontrado restos arqueológicos que permiten confirmar la ocupación de estas tierras desde la Prehistoria reciente. De época prehistórica es especialmente interesante el pequeño abrigo de la Vall dels Figuerals donde se conservan escasos restos de pinturas rupestres levantinas (los cuartos traseros de un cuadrúpedo).
Entre los yacimientos de época histórica destaca la Vila Vella que constituye uno de los pocos asentamientos de época plenamente
romana (siglos I-III) conocidos en este sector del Matarraña y que, sin duda, debió ser el núcleo antecesor de la población actual.
En la reconquista de este sector oriental de
Aragón, en el siglo XII, la localidad de Fuentespalda aparece mencionada como una aldea o
caserío perteneciente al territorio de Peña Aznar Lagaya que fue dado en Feudo en 1175 al Obispo e
Iglesia de
San Salvador de
Zaragoza.
En 1232 se concedió Carta de Población a los nuevos habitantes de esta localidad procedentes en su mayor parte de la zona norte de
Lérida.
En 1295, a pesar de ser una aldea dependiente de
Valderrobres, obtuvo el privilegio de tener jurados y justicia propios. Este hecho, si bien significaba su independencia como municipio, no impidió que durante varios siglos la villa de Fuentespalda pagara impuestos, diezmos y primicias al Obispado de Zaragoza.
En 1659 se hizo la partición de los términos de Fuentespalda y Valderrobres. Durante la Edad moderna y contemporánea, tras haberse liberado del sometimiento al Obispado de Zaragoza, las tierras y población de Fuentespalda, como en general las del Matarraña, sufrieron los efectos devastadores de varias guerras y conflictos armados que provocaron su lento desarrollo. Este hecho, unido a la tradicional falta de buenas comunicaciones y a una importante emigración a lo largo del siglo XX, han contribuido a reforzar un carácter netamente rural que ha perdurado hasta nuestros días.
La villa
medieval y sus portales: Todavía es posible seguir con bastante precisión los límites de la antigua villa medieval de Fuentespalda, situada en lo alto de una pequeña elevación de terreno, a modo de cresta, que destaca levemente de su entorno inmediato y junto a la cual se encuentran varias
fuentes naturales.
En el siglo XV la villa de Fuentespalda tenía 85
casas cuya huella todavía parece adivinarse en el urbanismo de su
centro histórico. La pequeña población, de marcado carácter rural, estaba rodeada de una
muralla que en algunos tramos estaría formada por las propias traseras de las viviendas.
En esta muralla se abrían varias
puertas algunas de las cuales serían transformadas posteriormente en portales
capillas (portales de San Francisco Javier y de San Antonio). En ambos extremos de la
calle Mayor debieron existir también dos portales, uno de ellos, el portal de la
Virgen del Carmen, conserva todavía sus dos
arcos apuntados. El otro debió desaparecer con las reformas de la zona oriental de la población a mediados del siglo XVI cuando se construyó la
Casa de los Belsas y se debió reformar la
Plaza. Esta gran casa palaciega, construida con sillería, se adapta a la tipología del
palacio aragonés y constituye uno de los
edificios más importantes y singulares de la localidad.