Huesa ofrece al visitante bellísimos
rincones, como el entorno del antiquísimo
puente, donde existe un
merendero bien equipado y se ha acondicionado un
mirador a cierta altura sobre el
río, todo ello completamente integrado en el
paisaje.
Y es que la
naturaleza es soberbia en Huesa, y sus
piedras juegan con las formas y con el río, poniendo freno a la mirada distraída. Son dignos de admirar los
acantilados a los que se asoma el
castillo y tras los que se localizan varias
vías de escalada.
Un poco más alejada del casco urbano encontramos la
ermita de
Santa Quiteria, una sólida construcción del XVIII, barroca, de tres naves.
Y siguiendo el antiguo
camino a
Blesa hallaremos el mayor peirón de
Aragón, una bella construcción que apunta al
cielo, protegiendo y marcando un hito para los viajeros que desde siglos atrás lo encontraban a los pies del tranquilo río Aguasvivas.