Villa de la provincia de Teruel situada al pie de la Sierra de Lastra (Sistema Ibérico), en el curso alto del río Guadalope. La población se encuentra en las inmediaciones de la Sierra de Gúdar, escoltada por el monte de San Cristóbal y la ermita que lleva su mismo nombre, y al cobijo de la depresión del Guadalope que baña su margen contraria.
Miravete de la Sierra tiene 12 habitantes y dicen de él que está dejado de la mano de Dios. Gracias a Internet, este pequeño pueblo de Teruel se está dando a conocer en todo el mundo, aunque sea bajo el sobrenombre de “el pueblo en el que nunca pasa nada”. Dicen en Miravete, con mucho humor, que "el tiempo no pasa ni adelantando la hora".
Con una campaña publicitaria sencilla y original buscan atraer a los turistas, pero antes avisan: "Si te gusta viajar y ver caras nuevas, en Miravete de la Sierra sólo te llevará diez segundos". Bernardo, Faustina, Providencia, Ascensión, Juan o Cristóbal te esperan.

El casco urbano está dividido por el río Guadalope, quedando a la derecha el Arrabal y a la izquierda el barrio de San Cristóbal, mientras que el núcleo central del municipio se encarama sobre una roca.
Miravete de la Sierra cuenta con numerosos elementos arquitectónicos de interés: el Ayuntamiento, la Casa Rectoral, el horno, la lonja-trinquete, la Iglesia de Ntra. Sra. de las Nieves, claro ejemplo de estilo gótico tardío (s. XVI). Posee un patio cerrado frente a la fachada principal y una especie de claustro con ojivas. Un pasadizo comunica con la calle de los Palillos.
El puente medieval (s. XVI), que enlaza el Arrabal con la Plaza Mayor, presidida ésta por un olmo centenario de considerable grosor.
la Cruz terminal (s. XVI), la ermita de San Cristóbal (s. XVIII), etc. Gran parte de estos elementos se encuentran en el espacio que forman las plazas de la Iglesia y Mayor que, comunicadas por una escalera, forman un bello y armónico conjunto muy bien conservado.
Sobre los edificios se hallan dos piedras inclinadas denominadas del Castillo, pues se especula que se erigió allí una antigua fortaleza que dominaba el valle del Guadalope.
Su centro urbano, es un escaparate de arquitectura popular y bellos edificios artísticos declarados Bien de Interés Cultural, que invita al visitante a recorrer sus estrechas calles en las que se respira historia y tradición.

El 8 de mayo se efectúa la romería a la ermita de San Cristóbal, en honor a San Miguel. A mediados de agosto, tienen lugar las fiestas en honor a San Cristóbal y San Roque. Éstas son las fiestas mayores, en las que se interpreta el baile de "El Reinao" o "Reinau".

Pintoresco municipio con orígenes en la Edad del Hierro y el mundo íbero, conservándose valiosos restos encontrados en sendos yacimientos a las afueras de la localidad.
Sus tierras fueron reconquistadas por Alfonso I el Batallador, y más tardes adjudicadas al rey Jaime I, quien las aprovechó para su solaz y caza del jabalí.