CASTILLO PERACENSE Recinto Superior
La
fachada, de magnífica sillería, en la que se conservan marcas de cantero en algunas piezas, se apo y sobre una gran
roca, en la que se aprecian los mechinales de un antiguo cadalso. A su
puerta, cobijada por un soberbio arquito apuntado, se accedía a través de un
puente levadizo que se apoyaba en su exterior sobre un andador de sillería macizo al que se accedía por escalones, ocultos hasta realizar la excavación arqueológica. Sobre esta puerta, un matacán, del que se conservaban sus dos canes de apoyo a la altura de la azotea, mejoraba su defensa. A partir de esta puerta, una
escalera excavada en la roca natural, con enjarjes laterales para un rastrillo, nos conduce al recinto alto del castillo. La primera estancia a la iiquierda, hoy cubierta, es la covacha, que servía como arsenal, mencionada en la noticia histórica.
De esta plataforma arrancan dos
escaleras. Una de ellas, al oeste, nos conduce en dos tramos al andador de la falsa
torre del
Homenaje; la otra, situada al este, en cuyo lado sur quedan restos de una plataforma-
mirador de época car lista nos conduce al último reducto o vivienda del alcaide. A este último espacio se accede por un arquito de medio punto. En su interior, a la izquierda (sur), queda la base de un aljibe y de la escala que accedía a la última azotea; a la derecha (norte), unas estancias cubiertas con estructuras de madera y teja curva. En el interior de una de ellas quedan restos del antiguo
horno (descubierto con la excavación arqueológica). Por último, y a través de un arquito apuntado recrecido, se accede a las dos últimas estancias, con
bóvedas apuntadas de sillería, que forman ángulo recto entre sí. En la situada al nordeste se conserva el primitivo hogar.
Es ya en el extremo este donde se configuran una
terraza con cisterna y una azotea de lajas de
piedra sobre bóvedas, con un
canal central con gárgola en su extremo este que recogía las
aguas pluviales, coriduciéndolas a la cisterna de la terraza situada más abajo.
En el lado sur de este recinto está la mayor cisterna del castillo. Excavada en la roca, estuvo en su día cubierta con una
bóveda apuntada (cuyas dovelas aparecieron en el fondo). A ella confluyen varios
canales de recogida superficial de aguas pluviales.
Precisamente en el apoyo sobre la roca de la
muralla de esta área, y a ambos lados de ella, se aprecian en la roca los «hitos» de su replanteo, a base de pequeñas concavidades en la roca cada 60-100 centímetros, de unos 5 centímetros de diámetro y similar profundidad.
También se conservan pocetas de diferentes diámetros, cuyo uso no nos es del todo conocido.
Ubicación
Se puede acceder por
carretera a través de la autovía A-23 con salida en
Villafranca del Campo. La fortaleza se asienta sobre una formación rocosa de rodeno fuertemente escarpada, que constituye la prolongación sur de
Sierra Menera, junto al cerro de
San Ginés. La erosión del propio rodeno permite obtener unas impresionantes vistas del entorno, especialmente del
valle del Jiloca, situado al NE del castillo.
Historia El emplazamiento del castillo estuvo ocupado a finales de la Edad de Bronce, como lo atestiguan las
cerámicas a mano y bruñidas recuperadas arqueológicamente. Posteriormente, bajo época de dominación musulmana, durante el siglo x y el siglo xi el lugar volvió a estar habitado, según indican las cerámicas localizadas, aunque sin restos constructivo.