Un cariñoso abrazo desde Perth, Australia.
Estuve de muy niña, el día de Santiago de 1942, por entonces vivíamos en Montalbán y fuimos a pasar el día con otras familias amigas. Viajamos en uno de los camiones de mi padre. Recuerdo que estuvimos comiendo en la arboleda junto al río, pero que tuvimos que recoger a toda prisa porque el río venía crecido. Era tanta la rapidez del avanzar del agua que nos cogió cruzando. Yo iba a hombros de un hombre. Por suerte, llegamos todos vivos a la otra orilla. Recuerdo perfectamente la cocina de una casa en donde nos acogieron para secarnos y en donde pudimos comer algo. A mí me dieron una taza con sopa caliente.
Después, subimos al camión para regresar a Montalbán. En el camino tuvimos otro percance. Se habían desplomado sobre la carretera grandes piedras y mucha tierra. Recuerdo perfectamente cómo mi padre detuvo el camión, dio marcha atrás y estacionó para que bajáramos. Los mayores comenzaron a retirar algunas piedras. Hay una foto de esta tarea. Luego mi padre subió al camión y lo pasó lentamente hasta terminar de cruzar aquel derrumbre. Recuerdo que iba con mucho cuidado porque al otro lado de la carretera era todo precipicio. Una vez en carretera firme, subimos y llegamos a Montalbán.
" ¡Ay, el Hijo del Trueno!" oí decir a los mayores.
Este episodio sigue conviviendo conmigo, como si hubiera sido ayer.
Estuve de muy niña, el día de Santiago de 1942, por entonces vivíamos en Montalbán y fuimos a pasar el día con otras familias amigas. Viajamos en uno de los camiones de mi padre. Recuerdo que estuvimos comiendo en la arboleda junto al río, pero que tuvimos que recoger a toda prisa porque el río venía crecido. Era tanta la rapidez del avanzar del agua que nos cogió cruzando. Yo iba a hombros de un hombre. Por suerte, llegamos todos vivos a la otra orilla. Recuerdo perfectamente la cocina de una casa en donde nos acogieron para secarnos y en donde pudimos comer algo. A mí me dieron una taza con sopa caliente.
Después, subimos al camión para regresar a Montalbán. En el camino tuvimos otro percance. Se habían desplomado sobre la carretera grandes piedras y mucha tierra. Recuerdo perfectamente cómo mi padre detuvo el camión, dio marcha atrás y estacionó para que bajáramos. Los mayores comenzaron a retirar algunas piedras. Hay una foto de esta tarea. Luego mi padre subió al camión y lo pasó lentamente hasta terminar de cruzar aquel derrumbre. Recuerdo que iba con mucho cuidado porque al otro lado de la carretera era todo precipicio. Una vez en carretera firme, subimos y llegamos a Montalbán.
" ¡Ay, el Hijo del Trueno!" oí decir a los mayores.
Este episodio sigue conviviendo conmigo, como si hubiera sido ayer.