Los primeros restos históricos datados y de importancia los encontramos en el poblado ibérico de
'La moratella', situado en un morrón cercano al
pueblo (aproximadamente del siglo V a. C., con abundantísimos restos de
cerámica.)
El origen árabe del topónimo 'Rafals' (
paradores, alquerías o masías), coincide con la leyenda que atribuye el origen del pueblo a un grupo de masías llamadas 'los rafelets', al mismo tiempo que confirma la presencia musulmana en la zona.
Después de la reconquista pasará a la Orden de Calatrava y a depender directamente de la Muela de
Monroyo, con quien no tardaría en tener numerosos enfrentamientos, defendiendo la localidad su independencia, como reflejaría el 11 de noviembre de 1384 en Albalate el jurado rafelino Bernardo Cardona, haciendo constar “que
Ráfales era de por sí villa, con jurisdicción civil y criminal, mero y mixto imperio,
mercado,
feria y otras preeminencias semejantes”.
De hecho esta población durante el siglo XIV alcanzó relativa importancia. Pedro IV, estando en
Valencia, el 18 de Abril de 1382 le había concedido “mercado todos los sábados y feria desde Todos
Santos por quince días continuos”. Por aquel entonces Ráfales contribuía al mantenimiento de la Muela con un total de 109 sueldos y 11 dineros, de los 1.000 sueldos totales que administraba dicha entidad.
Siguió perteneciendo a la Orden Calatrava y dependiente de Monroyo, hasta que en 1414, Alfonso V de
Aragón lo donó a Juan de Hijar, pasando en 1424, con el mismo monarca el
castillo y la villa de Ráfales al Maestre Francisco de Ariño.
Éste, en 1428, lo cambiaría junto con otras villas, a Juan II de
Navarra por Colmenar (Castilla).
En el año 1610 seguía dependiendo de la Orden de Calatrava, y aparece como auténtica villa independiente en 1785. Poco después en 1834 tenía
Ayuntamiento propio.
En 1835 el general
Cabrera atacó por dos veces la población, donde había un destacamento de urbanos de Alcoy, sin conseguir tomarla, aunque sí fueron saqueadas las masías cercanas.