La
historia de
Villarluengo se empieza a forjar en tiempos de la Reconquista, cuando estas tierras eran frontera entre moros y cristianos.
El nombre de Villarluengo ya aparece reflejado en un documento de 1176 cuando Español de Castellot concede a la obra de
San Salvador y San Valerio de
Zaragoza dos terceras partes del señorío que le pertenecía sobre el lugar de Nocito o Noched, situado en la ribera del Guadalope.
El primer documento de gran importancia para Villarluengo es la Carta Puebla de 1194, otorgada por Alfonso II de
Aragón a Fray Gascón de la orden del
Santo Redentor. En ella se delimitan unos amplísimos términos para poblarlos francamente y con licencia para establecer las condiciones a los repobladores. De esta manera el rey Alfonso II pretende fijar población en esta tierra fronteriza y despoblada.
Pero a su muerte, en el año 1196, la Orden del Santo Redentor se disuelve y todos sus derechos, bienes y pertenencias pasan al Temple. En 1197 los templarios otorgan una segunda Carta Puebla a 20 vecinos de la villa.
Son los templarios los que repueblan y consolidan definitivamente estos territorios, y dirigen la vida de Villarluengo hasta el año 1312. Pero la orden del Temple acumuló mucho poder y riqueza y los reyes y el Papa decidieron su disolución.
Es en 1312 cuando Villarluengo pasa a ser territorio dominado por la Orden de San Juan. Su poder sobre la villa se extenderá hasta el año 1811, aunque en estas tierras no se aplicó el decreto de abolición de señoríos jurisdiccionales hasta la finalización de la primera Guerra Carlista, en 1840. Así pues, Villarluengo ha sido dominado y gobernado por distintas Órdenes
Militares desde su origen hasta el s. XIX.
Es en este siglo cuando se producen las Guerras Carlistas. Villarluengo se ve afectado por numerosos hechos y acontecimientos bélicos. En 1875 tuvo lugar una decisiva e histórica
reunión, donde el teniente general del
ejército, Antonio Dorregaray, y otros mandos carlistas deciden abandonar el Maestrazgo.
Ya en el siglo XX la guerra Civil Española y los maquis también afectaron a la población.
El
Convento del
Monte Santo y Las
Fábricas también tuvieron una enorme repercusión en la vida social y la historia de Villarluengo. El Convento fue inaugurado en 1541 y destruido en 1840.
Las Fábricas fueron construidas en 1789, siendo las primeras de papel continuo que hubo en
España. Posteriormente su producción fue textil. Muchas personas de
pueblos cercanos acudían a trabajar, y supuso una notable
fuente de riqueza. Unos años después de la Guerra Civil cerraron definitivamente.
Fue el segundo lugar de la provincia, después de la capital, donde se instaló la energía eléctrica.