Su topónimo, de origen indoeuropeo, no se encuentra debidamente descifrado, existiendo diversas opiniones sobre su significado, aunque el término coincide con el nombre dado a una especie de buitre, antiguamente muy extendido en
Aragón, el alimoche. Las primeras referencias históricas sobre
Abanto hacen referencia a la existencia de talleres de sílex en el siglo III a. C., localizados en el cerro de Piñuelas, correspondientes al período del eneolítico.