Para los abuelos que hemos conocido la estación de Ariza en los años 40 de pasado siglo, resulta triste verla ahora tan desierta, cuando por aquel entonces solía estar muy concurrida a causa de los frecuentes tansbordos de viajeros que allí se producían de unos trenes a otros, y por otra parte las diferentes vías estaban casi permanente ocupadas por composiciones de mercancías, bien de paso o con las cuales se hacían continuas maniobras. Pero así es el progreso y la época dorada del ferrocarril pasó a mejor vida, como mucho antes, por ejemplo, acaeció con la tracción animal en los transportes.