HISTORIA. Esta es una de las pobl. de más grandes e interesantes recuerdos históricos. Su primitivo nombre Belia, si hemos de creer a Sylburg, en sus notas a las antigüedades romanas de Dionisio Alicarnaso, descubre un origen griego, pues trae su etimología de la palabra eXeca que significa tierra de pantanos y lagunas: pero encontrándose la pobl. en terr. celtíbero, la atribuimos más bien este origen, proviniendo tal vez su nombre del idioma greco-scythico que en la oscuridad de los tiempos unieran los bárbaros del norte al idioma de los primitivos íberos. De Bellia conserva una huella bien conocida el actual nombre Belchite. Baste a esta v. para su gloria poder citar la muerte del grande Amilcar Barca, que viniera a sucumbir a su valor. Hallábase en Acra-Leuke, centro del poder cartaginés en España, y noticioso de que los Beliones se disponían a defender su libertad, que consideraban amenazada, se apresuró a caer sobre esta población, c. entonces al parecer de grande importancia. No la rindió al primer ataque, y dejándola cercada, retiró el grueso del ejército á invernar en Acra-Leuke. Entre tanto los Beliones llamaron en su ayuda a otros celtíberos, invocando particularmente la venganza de Inidortes. Acudió Amílcar contra este ejército, y entonces cuentan haber inventado estas gentes para desordenar al cartaginés, la célebre estratagema de los carros llenos de ramaje, tirados de bravos novillos, los que a las llamas del ramaje á que dieron fuego, se metieron en las filas enemigas, causando tal espanto en los elefantes y caballos, que el mismo Amílcar, no pudiendo sujetar el suyo, dio con él en un r. Pero a esta relación de Frontino, se oponen Livio que indica haberle muerto sus enemigos, y Cornelio Nepote que dijo haber muerto peleando con los Beliones. Volvía Amílcar contra esta c. y sus auxiliares, el régulo Orisson, que aparentaba ser aliado del cartaginés, venia en sus filas con un ejército de celtíberos, y viendo la ocasión oportuna, hubo de volver sus armas contra el ejército cartaginés: esto es lo que tenemos por causa cierta de la derrota de Amílcar, está en nuestro concepto la verdad histórica, sin que se pueda dudar haber sucumbido este famoso caudillo al valor de los beliones. En Cornelio Nepote se ha escrito con horror Beleones y Bellones: en Etephana Byzantino y en Artemidoro Belinarios, y en Plinio Belitanos. Éste los presenta adscritos al convento jurídico de Zaragoza.
La ant. importancia de esta pobl. vino a desaparecer con su primitivo nombre por las grandes y largas vicisitudes que han afligido al país: así no era ya aquella poderosa Bellia, cuando la reconquistó de los agarenos el rey D. Alonso I de Aragón por los años de 1117, quien la mandó poblar nuevamente con los mismos fueros de Zaragoza. Fué Belchite una de las pobl. que, estando por el emperador D. Alonso, fueron entregadas a D. Ramón, conde de Barcelona, en seguridad del convenio celebrado entre estos príncipes en 1151 para hacer la guerra al rey D. Sancho de Navarra.
El 18 de junio de 1809 se encontraron en Belchite el ejército español al mando de D. Joaquín Blake, y el francés al de Suchet: puso aquel su der. en el calvario; su centro en Sta. Bárbara, habiendo prolongado su izq. hasta la ermita de Ntra. Sra. del Pueyo, y en algunas partes formaba el ejército 3 líneas. Guarneciéronse los olivares con tiradores, y se apostó la caballería camino de Zaragoza. Aparecieron los franceses por las alturas de la Puebla de Alborton, atacando principalmente la izq. de los españoles, la división del general Musnier. Amagó de lejos la der. Flabert, y tropas ligeras entretuvieron el centro con varias escaramuzas. A él se recogieron luego los soldados españoles de la izq., agolpándose alrededor de Belchite y Sta. Bárbara, lo que no dejó de causar ya cierta confusión. Sin embargo, los fuegos de los españoles respondieron bien al principio a los de sus contrarios, manifestando todos deseos de pelear honradamente. Mas al poco rato, incendiándose dos o tres granadas españolas, y cayendo una de los franceses en medio de un regimiento, espantáronse unos, cundió el miedo a otros, y un terror pánico se extendió por todas las filas, siendo arrastrados en el remolino, mal de su grado, aun los más valientes. Solos quedaron en medio de la posición los generales Blake, Lazan y Boca, con algunos oficiales, los demás casi todos huyeron o fueron atropellados. Como la dispersión ocurrió al comenzarse la refriega, fueron pocos los muertos y prisioneros. Perdieron los españoles 9 o 10 cañones que habían salvado de la batalla de Maria, perdida tres dias antes, y sobre todo, se perdió el fruto de muchos meses de trabajos, afanes y preparativos. Los franceses avanzaron el mismo día 18 á Alcañiz, y los españoles se retiraron en más o menos desorden a diversos puntos. A fines de diciembre de 1835 se dirigió a esta pobl., en la que hizo algún botín, Añon, separado de la división de Quilez.
* Diccionario Geográfico – Estadístico - Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Pascual Madoz, 1848.
La ant. importancia de esta pobl. vino a desaparecer con su primitivo nombre por las grandes y largas vicisitudes que han afligido al país: así no era ya aquella poderosa Bellia, cuando la reconquistó de los agarenos el rey D. Alonso I de Aragón por los años de 1117, quien la mandó poblar nuevamente con los mismos fueros de Zaragoza. Fué Belchite una de las pobl. que, estando por el emperador D. Alonso, fueron entregadas a D. Ramón, conde de Barcelona, en seguridad del convenio celebrado entre estos príncipes en 1151 para hacer la guerra al rey D. Sancho de Navarra.
El 18 de junio de 1809 se encontraron en Belchite el ejército español al mando de D. Joaquín Blake, y el francés al de Suchet: puso aquel su der. en el calvario; su centro en Sta. Bárbara, habiendo prolongado su izq. hasta la ermita de Ntra. Sra. del Pueyo, y en algunas partes formaba el ejército 3 líneas. Guarneciéronse los olivares con tiradores, y se apostó la caballería camino de Zaragoza. Aparecieron los franceses por las alturas de la Puebla de Alborton, atacando principalmente la izq. de los españoles, la división del general Musnier. Amagó de lejos la der. Flabert, y tropas ligeras entretuvieron el centro con varias escaramuzas. A él se recogieron luego los soldados españoles de la izq., agolpándose alrededor de Belchite y Sta. Bárbara, lo que no dejó de causar ya cierta confusión. Sin embargo, los fuegos de los españoles respondieron bien al principio a los de sus contrarios, manifestando todos deseos de pelear honradamente. Mas al poco rato, incendiándose dos o tres granadas españolas, y cayendo una de los franceses en medio de un regimiento, espantáronse unos, cundió el miedo a otros, y un terror pánico se extendió por todas las filas, siendo arrastrados en el remolino, mal de su grado, aun los más valientes. Solos quedaron en medio de la posición los generales Blake, Lazan y Boca, con algunos oficiales, los demás casi todos huyeron o fueron atropellados. Como la dispersión ocurrió al comenzarse la refriega, fueron pocos los muertos y prisioneros. Perdieron los españoles 9 o 10 cañones que habían salvado de la batalla de Maria, perdida tres dias antes, y sobre todo, se perdió el fruto de muchos meses de trabajos, afanes y preparativos. Los franceses avanzaron el mismo día 18 á Alcañiz, y los españoles se retiraron en más o menos desorden a diversos puntos. A fines de diciembre de 1835 se dirigió a esta pobl., en la que hizo algún botín, Añon, separado de la división de Quilez.
* Diccionario Geográfico – Estadístico - Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Pascual Madoz, 1848.