Calor, animales y tristeza
Purificación Sánchez
Aguas, de 51 años, conoce mejor que nadie los efectos que dejó el incendio en
Petilla de Aragón. Las tardes de
verano, cuando el termómetro sobrepasa los 30 grados, esta vecina nota que le faltan los cientos de
pinos, encinas, robles y hayas que ardieron en El Escobazo, El Peñazo y
San Garabín y que personas como Fernando Sánchez Gastón, su padre, habían plantado hace más de cincuenta años : «Ahora hace más calor que antes. Toda la vegetación que
... (ver texto completo)