Aunque a título personal pude ya, en su momento, testimoniar a su esposa, hijo y demás familia, mi profundo pesar por la muerte sorprendente, inesperada y absurda de nuestro querido convecino, amigo y alcalde, Pepe Otal, no me resisto a dejar, en estas breves líneas, mi personal homenaje de gratitud a quien supo estar, en todo momento y en primera línea, en cuantas acciones estuvieran encaminadas a la defensa y engrandecimiento de nuestro pueblo.
Tuve la oportunidad de colaborar muy estrechamente con él en todo el largo proceso de segregación del municipio y en numerosas ocasiones en las que puse mi pluma o mi voz en pro de reivindicaciones -especialmente en materia de carreteras y comunicaciones - que me parecieron justas y necesarias hacerlas llegar hasta el conocimiento de políticos e instituciones para que fueran atendidas como correspondía. Lo hacía, tras la insistente tozudez de Pepito, que venía a mi despacho del Palacio de la Aljafería, con la confianza y la complicidad de los ujieres, que lo dejaban pasar sin más credenciales que las que le daba su extraordinario amor a su pueblo.
Estábamos ahora en el empeño de conformar una pequeña biblioteca que, en su momento, pudiera tener su sitio en alguna de las estancias de la restaurada "casa de Nocito". Será un logro que deberemos planear con quien tenga la responsabilidad de tomar el relevo de Pepe Otal. Contad siempre con mi colaboración y con mi ayuda.
Pienso que todos debemos mucho a la persona de Pepe Otal y que esa gratitud deberíamos plasmarla en un acto público de homenaje, que no me corresponde a mí promover u organizar. Pero es justo que ese reconocimiento sea público y que se materialice, de alguna manera, para que quede constancia del reconocimiento de todo un pueblo por el que tanto se sacrificó y trabajo hasta el mismo día de su doloroso fallecimiento.
Muchas gracias también a los testimonios que aquí han aparecido en su memoria y cuya lectura me ha animado a hacar público el mío propio. Lisardo de Felipe.
Tuve la oportunidad de colaborar muy estrechamente con él en todo el largo proceso de segregación del municipio y en numerosas ocasiones en las que puse mi pluma o mi voz en pro de reivindicaciones -especialmente en materia de carreteras y comunicaciones - que me parecieron justas y necesarias hacerlas llegar hasta el conocimiento de políticos e instituciones para que fueran atendidas como correspondía. Lo hacía, tras la insistente tozudez de Pepito, que venía a mi despacho del Palacio de la Aljafería, con la confianza y la complicidad de los ujieres, que lo dejaban pasar sin más credenciales que las que le daba su extraordinario amor a su pueblo.
Estábamos ahora en el empeño de conformar una pequeña biblioteca que, en su momento, pudiera tener su sitio en alguna de las estancias de la restaurada "casa de Nocito". Será un logro que deberemos planear con quien tenga la responsabilidad de tomar el relevo de Pepe Otal. Contad siempre con mi colaboración y con mi ayuda.
Pienso que todos debemos mucho a la persona de Pepe Otal y que esa gratitud deberíamos plasmarla en un acto público de homenaje, que no me corresponde a mí promover u organizar. Pero es justo que ese reconocimiento sea público y que se materialice, de alguna manera, para que quede constancia del reconocimiento de todo un pueblo por el que tanto se sacrificó y trabajo hasta el mismo día de su doloroso fallecimiento.
Muchas gracias también a los testimonios que aquí han aparecido en su memoria y cuya lectura me ha animado a hacar público el mío propio. Lisardo de Felipe.