La modernidad en el Trujal: ¡qué lejos quedan los días en que había que aventar la oliva doblando el espinazo y luchando con el empuje de la noche! ¡Qué rabia cuando el Cierzo se hacía el olvidadizo y lanzabas el polvo para verlo caer sin marcarte la dirección del ausente viento! Luego, unas rudas máquinas estáticas suplían el olvido del viento moncaíno o cierzo. Hoy, unas dinámicas máquinas te esperan para que eches tu saco en su vientre y ella solita te sube limpia la oliva y te señala su peso....