Es un
pueblo del que tengo un gran cariño, allí pasé mi
feliz niñez. En
invierno se jugaba en la
plaza, a la cuerda de saltar o a otros
juegos que requerían esconderse. En mis recuerdos está también su olor: a leña, y a humo de las
chimeneas al
atardecer.
Había entonces la
costumbre de la gente mayor de salir a la plaza a tomar el sol y a reunirse, mientras las mujeres ( por lo genral ) iban a buscar
agua a la
fuente, y los hombres llevaban a las mulas al
abrevadero.
Todo el pueblo era un pista
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