He pasado esta
Semana Santa en el
Monasterio de Monlora, en
Luna, y la experiencia será inolvidable para mí, porque he disfrutado del silencio, la paz, la oración con las hermanas, las presencia de Dios, el entorno, y, también, porqué no, del frío y el viento. También me ha gustado mucho la comarca, que ya conocia anteriormente, y el
pueblo, una maravilla, con sus
calles empinadas, su preciosa
Iglesia de Santiago, y sus gentes. No saben lo afortunados que son viviendo en un lugar así. Hasta siempre.
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