Según la documentación histórica, la
iglesia de
San Esteban comenzó a construirse gracias a los donativos de doña Estefanía, reina de
Navarra y viuda del rey García de Nájera, a partir del año 1055. Otra fecha a recordar es la del año 1094, puesto que fue entonces cuando el rey de Castilla, Alfonso VI, expulsó de sus reinos al obispo de Compostela, don Diego Peláez, el cual fue acogido por el rey de
Aragón. Junto al prelado compostelano llegó a tierras navarras y aragonesas el maestro Esteban, quien había participado en las obras de la
catedral de Santiago, por lo que la influencia de temas jacobeos en la iglesia de San Esteban, al participar en su obra, parece fuera de toda duda. Por último hay que mencionar que en el año 1137 el
castillo se refortificó con el maestro Jordán, quien posiblemente también contribuiría en la edificación de parte de la iglesia de la villa.
Claustro. Originario del siglo XI, esta galería de
piedra servía para comunicar la cripta con la iglesia superior. El aparejo utilizado es de piedra cortada en grandes y regulares sillares, ajustados en gruesos muros y
bóvedas de arista, estando delimitados los tramos por
arcos fajones de medio punto, que descansan sobre pilastras o
columnas adosadas.
Originariamente había cinco tramos, pero en el siglo XVI fueron aumentados a siete. El claustro era un típico lugar de enterramiento, como muestran las veintidós
cruces funerarias que se conservan, destacando sobre manera la que tiene la inscripción “Stephania”, puesto que algunos la han relacionado con el hecho de que la reina de Navarra sufragase la construcción de la iglesia.
Debajo de un
pórtico renacentista que se construyó en el siglo XVI, se encuentra la
portada de la iglesia de San Esteban, construida en el siglo XII, siendo un ejemplo magnífico del
arte románico. En el tímpano aparece la representación de
Cristo en Majestad, inscrito en una mandorla, con las rodillas separadas, bendiciendo con su mano derecha y con el Libro Sagrado en la izquierda. En los laterales se disponen las representaciones de los cuatro evangelistas en el Tetramorfos (Mateo es representado en el
Medievo como un ángel o adolescente alado; Marcos como un
león alado; Juan con un águila; y Lucas con un
toro alado), a los que acompañan dos ángeles y dos personajes en oración.
En las arquivoltas hay un claro ejemplo de “horror vacui”, teniendo las dos interiores una temática difícil de apreciar por el mal estado de conservación, aunque estudiosos aseguran que hay una escena de guerreros y un caballero rodeado de ángeles, siendo el tema de Santiago socorriendo a las tropas cristianas con la ayuda de los ángeles. La arquivolta exterior muestra motivos vegetales y animales, siendo un compendio de la Creación de Dios.
Finalmente, en las jambas, se dispusieron una serie de
estatuas-columnas muy interesantes. A nuestra izquierda aparece la representación de San Juan Evangelista, con un hermoso libro en su pecho y la inscripción “IES EVANGEL”. El siguiente personaje es un obispo, como muestra el que lleve la mitra y un báculo con amplia voluta, no debiendo olvidarse que el infante don García, hermano del rey aragonés Sancho Ramírez, fue obispo de Pamplona, incorporando las tierras de la Valdonsella a la diócesis de Jaca, y que sus restos mortales fueron trasladados precisamente a la iglesia de San Esteban. Cierra el conjunto un hombre con una parrilla, que podría ser tanto San Vicente como San Lorenzo, ya que los dos fueron martirizados de igual manera, aunque algunos autores se inclinan por San Vicente ya que su culto estaba más extendido en Navarra, con quien Sos mantenía estrechas relaciones en esta época. En cuanto a las jambas de nuestra derecha la primera
escultura es la del Rey David, identificado por el instrumento de cuerda que porta y por la inscripción “REX DAVID”. La siguiente figura muestra a una reina, en quien estudiosos han leído también la inscripción “ESTEFANÍA”, cerrando el conjunto la representación del monje Pelayo, con barba y
traje corto, con la inscripción “PELAUS”; el monje Pelayo fue según la
tradición quien descubrió la tumba del apóstol Santiago en Compostela, con lo que su escultura en la iglesia de San Esteban mostraría tanto la vocación jacobea de la localidad, como la influencia de los exiliados compostelanos por el rey castellano Alfonso VI.