"Al cobijo de la mítica mole del Moncayo se erigió en el siglo XII el primer
monasterio cisterciense de
Aragón. Orar y trabajar eran los pilares sobre los que se asentaba la vida de sus moradores. Su llegada enriqueció la zona con nuevos valores espirituales y culturales pero también económicos y políticos. Expertos en ordenar los recursos del
agua y con el
río Huecha tan a mano, configuraron una amplia red de acequias, presas y
molinos.
A partir de 1145, se inicia la construcción. Cuando llegues, te recibirá una
muralla de un kilómetro dejando dentro del recinto todo lo que necesitaban los monjes: el agua, el
molino y el
huerto.
Tras franquearla hallarás un fresco
paseo con
árboles que desemboca en la
puerta de la
iglesia sobria pero de proporciones catedralicias que tardó en ser construida 250 años. De ahí al
claustro gótico levantino, con
capiteles decorados con plantas como gustaba a los cistercienses. En medio, el lavabo, un templete en el que los monjes se lavaban antes de cada
comida. A este
jardín de
piedra dan el resto de las dependencias."
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