La
iglesia parroquial está dedicada a
San Cristóbal, y fue construida en los siglos XVII-XVIII, reaprovechando elementos de una antigua mezquita, de la cual aún conserva las arcadas. Tiene
fábrica de mampostería y tapial y es un
edificio bastante modesto, de una nave con cubierta a dos
aguas. La
puerta de ingreso se abre con
arco de medio punto; posteriormente le fue añadido el atrio, con arco rebajado y enlucida con yeso y cal. De la misma guisa aparece el primer cuerpo de la
torre campanario, de planta cuadrada, con un segundo cuerpo de ladrillo, barroco, y chapitel piramidal. En el interior destaca el
retablo dedicado a la
Virgen del Rosario, obra salida con toda probabilidad de los talleres de Francisco del Condado y Juan de Velasco, dorado y estofado por el pintor Juan Ferrer.