Colectivo Pablo Serrano (grupo
artístico)
La
escultura El Equilibrista se compone de tres partes perfectamente diferenciadas. En primer lugar dispone de un sencillo pedestal cilíndrico de hormigón de gran altura (2,08 m.) y diámetro escaso (0,38 m.), que sirve para potenciar la presencia visual del conjunto gracias a su estilización y su formato marcadamente vertical. A su vez, dicho pedestal aporta ligereza y refuerza la idea general de equilibrio inestable que la obra pretende transmitir. Sobre el pedestal apoya la segunda de las partes del conjunto, un trozo de raíl de
tren que se dispone perpendicularmente al mismo, sobresaliendo por los dos extremos, lo que genera un marcado contraste entre su horizontalidad y la verticalidad del pedestal. Dicho raíl, con su estrechez y disposición longitudinal, pretende evocar una especie de cuerda floja sobre la cual camina, manteniendo el equilibrio, la tercera y más importante de las partes que componen la obra: la figura de un equilibrista realizada en bronce.
La figura de bronce muestra a un personaje masculino desnudo de proporciones muy alargadas y estilizadas, completamente exageradas e irreales, y de rasgos muy simplificados y esencializados, incluso inexistentes en ciertas zonas de su anatomía como el rostro, que carece de facciones (por el contrario, lo atributos masculinos están muy enfatizados). Dicho personaje presenta sus brazos completamente extendidos formando una T perfecta con su tronco, y sus piernas dispuestas sobre el raíl en posición de andar, evocando la figura de un equilibrista caminando sobre la cuerda floja, algo lógico, dado que la pieza pretende simbolizar precisamente el difícil equilibrio "entre el amor y el odio, la paz y la guerra", tal y como puntualizó el concejal presidente de la Junta Municipal de Distrito de la
Fuentes, Laureano Garín, durante su inauguración. La textura del acabado del bronce es rugosa, pretendidamente tosca, y refleja muy claramente la técnica del modelado empleada por el autor antes del fundido en bronce. De hecho, este tipo de acabado, junto a las pautas formales empleadas en la resolución de la figura (estilización exagerada de las proporciones, esencialización muy marcada de los rasgos…), remiten claramente a ciertas obras de uno de los más grandes escultores del siglo XX, Alberto Giacometti (El hombre que camina…), que sin duda sirvió de referencia o modelo parcial al autor de la pieza zaragozana, que por otro lado realizó una escultura muy digna, de notable belleza, la cual adolece únicamente de un tamaño excesivamente pequeño (1 m. de altura).