Da lástima ver el pobre teatro como si fuera un esqueleto en el desierto. La memoria del gran tenor Miguel Fleta merece un coliseo lírico en la capital aragonesa: qué mejor lugar (a pesar de las dificultades técnicas) que el controvertido teatro que llevaba su nombre, obra del arquitecto José Yarza, alzado sobre el solar donde en la primera mitad del siglo XX deslumbraba el Iris Park.