Se encuentra en la
plaza del mismo nombre. Es producto de sucesivas construcciones reemplazando al templo
gótico de 1.515 que, a su vez sucedió al
románico y de la demolida
gótica mudéjar. En su interior destaca el
retablo de Damián Forment y la espléndida sillería del
coro. El actual templo se comenzó a construir a finales del S. XVII y terminaron en el XVIII. Es de destacar las pinturas de sus
cúpulas, dos de ellas del genial Francisco de Goya.