He estado de nuevo en bulnes, la primera vez hace más de diez años. Sobre la magia de la montaña, de sus caminos, de sus sonidos, de su olor, no es posible añadir probablemente nada que un buen montañero haya dicho antes. Pero si que vamos a decir algo que nos ha defraudado profundamente, me apena que la apertura a un turismo más masivo se lleve por delante esa magia, papeles en la senda, colillas de cigarrillos en el río, botellas vacías en cualquier lugar. Si la montaña merece ser conocida por el público de a pié, ese público debe saber como se deja la montaña después de una visita, haría falta un manual de instrucciones del uso y disfrute del parque, no es un hotel donde uno orina, se limpia con papel y se tira de la cadena, el papel se queda a los lados del camino recordando lo refinados que algunos-as se han vuelto, la basura se lleva de nuevo a casa .al parecer necesitamos mucha más educación ambiental o más multas por delito ecológico por cargarse bajo cientos y cientos de pañuelos de papel una montaña casi virgen.