La primera mención escrita a la villa de
Luarca se fecha en un documento del año 912, pero tanto éste como otro anterior relativo a algunos lugares luarqueses son falsos diplomas pelagianos (obispo Pelayo). En los siglos X y XI los
monasterios consiguieron la administración total de un vasto territorio sólo en parte de su propiedad. La crisis social y religiosa que padeció
Asturias después del traslado de la Corte a
León quedó paliada por un apogeo monástico que tiene su momento culminante en el XI, centuria, asimismo, de auge religioso, que se traduce en un creciente fervor popular hacia las reliquias de
San Salvador de Oviedo y en el incremento del peregrinaje a la
Catedral ovetense y a Santiago de Compostela.