La realidad es que el pueblo era mucho más bonito, sin que esto quiera decir que ahora no lo es, antes de la construcción del embalse de Arbón. Con una vega preciosa, un río salmonero, ganaderías importantes, dos bares, escuelas rrepletas de niños, campos de cereales, la trilla, los hornos de leña, las hogazas de pan, ¡que pan! de trigo, de centeno, boroñas, empanadas. No olvidaré estos sabores entrañables que le daban la maestría y el cariño de mis tíos Luzdivina y Adolfo.